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Una puerta abierta al futuro del Psquiátrico de Parayas

María José Sáenz de Buruaga, diputada regional y portavoz de Sanidad del Partido Popular de Cantabria

A lo largo del último mes, el olvidado Centro de Rehabilitación Psiquiátrica de Parayas se convertía inesperadamente en actualidad política y social en nuestra región. No como consecuencia del impulso de un nuevo proyecto asistencial o del anuncio de inversiones tendentes a su modernización y mejora, sino fruto de una nueva polémica desatada por las decisiones descabelladas de este Gobierno.

Fue el Partido Popular el que, después de una batalla en favor de la salud mental y de Parayas que dura ya siete años, destapó las verdaderas intenciones del Gobierno en el transcurso de una interpelación sobre el futuro del Centro. Una iniciativa, que no tuvo nada de casual y que pretendió abortar esa estrategia laboriosamente diseñada por el Gobierno de Cantabria para echar el cierre y deshacerse del único hospital psiquiátrico público de la región que, a ojos de socialistas y regionalistas, era tan sólo una carga. Una estrategia que, según los planes del Gobierno, debía permanecer oculta a los ojos de los ciudadanos hasta convertirse en un hecho consumado, que impidiera cualquier capacidad de reacción y marcha atrás.

Y es que los hechos propios de este Gobierno no dejaban el menor margen de duda. Ahí están, siete años durante los que este Gobierno le ha negado al centro, a sus profesionales, pero sobre todo a aquellas personas que sufren un trastorno mental grave en Cantabria, planificación, modernización, integración, inversión y gestión.

Planificación, porque han transcurrido siete años sin ningún Plan de Salud Mental que diseñara un proyecto asistencial y asignara una misión a Parayas. Modernización, porque la primera actuación de este Gobierno lo fue para frenar en seco el proceso de reconversión iniciado bajo el Gobierno del Partido Popular al amparo de la Ley y el Plan de Salud Mental. Integración, porque siete años después, Parayas sigue siendo una isla en la red asistencial pública en perjuicio de una adecuada estructuración y coordinación asistencial. Inversión, hasta el extremo de reconocer el señor consejero, sin la menor vergüenza, su deterioro y sus pocas condiciones de habitabilidad y también gestión, cuando la ineficiencia de Parayas ha sido claramente inducida por este Gobierno.

Un Gobierno que está vaciando Parayas, que viene reduciendo progresivamente el número de ingresos, estancias y pacientes y que cerraba una unidad de 28 camas el pasado mes de diciembre. Cae la actividad asistencial y se cierran unidades en Parayas mientras el Gobierno aprueba un concierto para estancias psiquiátricas en un centro privado por importe de casi cinco millones de euros que, sin rubor alguno, justifica en la insuficiencia de medios propios. Había que estar ciego para no ver lo que estaba ocurriendo...

Todas nuestras certezas se vieron confirmadas tras una reunión celebrada a finales del mes de marzo en la que los responsables de la consejería y del SCS comunicaban a diversos profesionales del centro sus planes de futuro: la integración de su personal en el Servicio Cántabro de Salud y la desaparición de esta estructura hospitalaria.

Pues bien, con toda esta información en la mano, el pasado 12 de abril interpelábamos al Gobierno, que respondía con meridiana claridad por boca de su Consejero de Sanidad sentenciando su desaparición.

«Es una infraestructura con unas características inadecuadas para un centro sanitario moderno, pocas condiciones de habitabilidad, mala accesibilidad, pero sobre todo porque no permite una remodelación ni readaptación a los estándares exigibles en la actualidad y por tanto, habrá que ubicar la atención a los pacientes en otro emplazamiento». Estas fueron las palabras textuales del consejero Truán. Que pormenorizaba aún más, al anunciar la reubicación de los actuales y potenciales usuarios de Parayas en un centro concertado y en una futura planta de crónicos en el Hospital de Liencres. Unas palabras y un cierre ratificado por el responsable sanitario del Ejecutivo durante toda la semana, hasta el extremo de responder 'veremos a ver' al ser preguntado por el nuevo destino que se iba a dar a dichas instalaciones.

No obstante, una luz pareció encenderse para todos, cuando tras un semana de contestación y rotunda oposición al cierre por parte de trabajadores, usuarios y familiares, Partido Popular y sindicatos, estos últimos anuncian una posible rectificación del Gobierno. Una presunta rectificación, ante la que el consejero guardó silencio y que convertía en más trascendente y oportuna si cabe, la votación de la moción que el Grupo Popular presentaba en el pleno del lunes 19 de abril.

A través de ella, pretendíamos recabar el apoyo de los legítimos representantes de los ciudadanos para garantizar la permanencia y plena integración de Parayas en la red asistencial pública de salud mental, así como, para potenciar su funcionamiento y su modernización, iniciando un proceso de transformación interna y externa en beneficio de la salud mental en Cantabria.

Tropezamos de nuevo con el muro del desconocimiento y de la frialdad, tropezamos con la manipulación y el absurdo de quienes pretendieron negar sus propias palabras -que esta tribuna reproduce- y tropezamos con un 'no' que, en esta ocasión, no esperábamos. Socialistas y regionalistas encabezados por la señora Gorostiaga y el señor Revilla volvían a levantar su mano para ratificarse en el mismo 'no' de los siete años anteriores. El 'no' a Parayas y a la salud mental.

Pero el esperpento no había terminado aún, porque minutos más tarde continuaba en los pasillos del Parlamento. El señor Presidente, el mismo que acababa de votar no a la pervivencia y modernización de Parayas, al ser abordado y recriminado por varios trabajadores respondía con su célebre «mientras estemos nosotros en el Gobierno, Parayas no se cierra», y el consejero de Sanidad, preso de un nuevo ridículo que carga con la culpa en solitario a los socialistas, niega haber dicho lo que dijo, pide sosiego y escapa como puede diciendo que no es tiempo de debatir ahora sobre el futuro de las instalaciones.

No por conocido dejar de ser doloroso, comprobar las manos en las que estamos, ni lo que hay detrás de este pacto de intereses, mal llamado Gobierno. Como no por reiterada, deja de entristecer la ceremonia de manipulación, hipocresía sin límites y engaño permanente en la que vive inmerso nuestro Presidente. Un Revilla, al que nada le importó Parayas en el pasado y al que nada le importa hoy, cuando todo se reduce a un mero cálculo electoral y la necesidad de no sumar más errores de cara a la próxima cita con las urnas en 2011.

Para inmediatamente después, volver a traicionar lo que haga falta, también a Parayas. Y es que hace mucho tiempo, que el único futuro que preocupa al señor Revilla es el suyo y nada se antepondrá a ese sillón presidencial que, desde tan lejos de Cantabria y de los cántabros, disfruta hoy. Nada, excepto la voluntad y el buen juicio de los cántabros.

Pero hay algo que el señor Revilla no sabe. No sabe que el tiempo que le hemos robado a los planes de su Gobierno y el poco tiempo que a su Gobierno le queda, es una puerta abierta al futuro de Parayas. Un futuro para el nuevo Parayas, que llevará el sello de un Gobierno comprometido con la salud mental. Un Gobierno del Partido Popular.

Quiero finalizar esta reflexión política, con otra de carácter muy personal que quiere reivindicar, en unos momentos en que se habla tanto de los privilegios de la política, el mayor de todos ellos y que tantas veces pasa inadvertido. El privilegio de acercarte a realidades nunca antes conocidas, de compartir experiencias y vidas que te marcan y enriquecen como ser humano y el de recibir tanta energía, tanta ayuda y tanto cariño de quienes tanto necesitan.

Hace tiempo que aprendí que pocas cosas son más importantes que la salud mental y pocos sufrimientos comparables al de perderla. Acercarme a las vidas de quienes sufren una enfermedad mental y a sus familiares y compartir algunas de sus muchas angustias y necesidades, han hecho de mi una persona mejor y, por eso, soy yo quien tengo hoy tantas cosas que agradecer. A los profesionales sus enseñanzas, a los enfermos y sus familiares su fuerza, a los sindicatos su firme reivindicación... Porque todos ellos son los que han mostrado el alma y la gran misión de Parayas, y todos ellos son, los que a pesar del no de este Gobierno, salvarán Parayas. Por eso, todos ellos serán los principales artífices de un nuevo futuro para Parayas.

 

Tribuna de opinión publicada el 6 de mayo de 2010 en El Diario Montañés

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