Cada día está más extendida en la sociedad de Cantabria la sensación de que en esta región nadie gobierna. El presidente dedica todo su tiempo a sus campañas de imagen, a sus apariciones en televisión, a la venta de sus libros y a su propia promoción personal, mientras los asuntos de Cantabria quedan aparcados, relegados y olvidados, sin que nadie los atienda. Cuando hay un problema, nadie está. Cuando alguien llama a la puerta, nadie abre. El despacho del presidente del Gobierno de Cantabria siempre está vacío. Cantabria no está entre las prioridades de Miguel Ángel Revilla. Y así nos va.
Cuando la economía nacional crece un 3,2%, la de Cantabria lo hace sólo un 2,3%. Cuando el paro baja en toda España, en Cantabria apenas lo hace. En todos los indicadores económicos, Cantabria se encuentra a la cola de la recuperación económica: venta de inmuebles, venta de coches, pernoctaciones hoteleras. Es un hecho que nadie discute porque no se puede, pero del que apenas habla el presidente regional, quizá porque no le conviene, quizá porque no le preocupa.
Cantabria no está entre las prioridades de Revilla. Tiene otras. Aparecer en todo tipo de programas de televisión, por ejemplo, se ha convertido en su principal ocupación. Cualquiera entendería que el presidente de una comunidad autónoma participara en determinados debates o programas de actualidad política, pero es que a Revilla le vale todo: El Hormiguero, Cuarto Milenio... Sólo le queda concursar en Mujeres y Hombres y Viceversa. Aduce que, con su presencia, lo que hace es promocionar Cantabria. Puede que haya algo de verdad, en algunos de ellos. No en todos, desde luego. Pero, más allá de eso, muchos cántabros se preguntan si la misión de un presidente es promocionar la región o gobernarla; y, en este caso, si el objetivo es que el presidente promocione Cantabria... o aprovecharse de Cantabria para promocionar al presidente.
En todo caso, el abandono de sus obligaciones es un hecho y el coste que la región está pagando por ello es muy alto. En la comarca del Besaya se ha podido comprobar, últimamente, con dos ejemplos muy concretos.
La venta de una parte de la producción de la empresa Solvay a la compañía portuguesa CUF venía a garantizar la actividad industrial y el mantenimiento de los puestos de trabajo gracias a una inversión de 50 millones de euros. Pero esa operación se ha puesto en riesgo debido a que la Unión Europea exige ahora nuevos requisitos ambientales y a que desde abril de 2016 no se ha hecho nada por adaptarse a ellos. No es responsable el Gobierno de Cantabria de que no se haya renovado en plazo esa tecnología, pero sí lo es de haber demorado la solución, confiarlo todo a una prórroga imposible y, en definitiva, haber dejado transcurrir unos meses preciosos sin haber tramitado prácticamente nada. Afortunadamente, la inversión parece que va a salvarse, pero más por el propio interés de los inversores que por las gestiones hechas desde el Gobierno ¿Cuándo más en el aire estuvo, alguien vio a Revilla coger un avión a Bruselas para negociar una moratoria temporal, o a Lisboa para comprometer la inversión de la compañía portuguesa y garantizar el apoyo y la implicación del Gobierno regional en la tramitación de los nuevos expedientes de actividad?.
Otro ejemplo, también relacionado con la comarca del Besaya y con la actividad industrial. El presidente del Gobierno de Cantabria viene lamentándose, desde hace algún tiempo, de la falta de apoyo económico a su gestión por parte de la administración central. Y, en concreto, de la falta de fondos para la reindustrialización de Torrelavega y su entorno. Hace días, el Gobierno de la Nación ha hecho público que en los últimos años se han concedido 13,4 millones de euros en concepto de ayudas a las inversiones industriales, de los 14 millones solicitados; que esa cifra representa el 96% de lo solicitado; y que las partidas destinadas a soportar económicamente la financiación de estos programas no se han agotado y habrían podido financiar aun más actuaciones. Es decir, mientras el Gobierno de Cantabria se lamenta de que no hay financiación, la realidad es que las partidas no llegan a agotarse porque no hay suficientes solicitudes. Lo que falta en el Besaya no son ayudas. Lo que falta son proyectos industriales. Lo que falta, es, en definitiva, un gobierno y un presidente que apuesten por un modelo de desarrollo para la comarca, por planes estratégicos, por ilusionar a los empresarios, por captar inversores en el exterior... Lo que falta es un presidente: lo que no tiene Cantabria.
Revilla puede seguir dedicando su tiempo a la televisión, a sus libros y a su promoción personal, pero el abandono de sus obligaciones está haciendo un daño enorme a Cantabria. Quizá si le dedicara a Cantabria unos minutos de su tiempo, solo unos minutos, los cántabros no habrían llegado a la conclusión de que la región no está entre sus prioridades. Queda año y medio para que concluya la legislatura y esto se le está haciendo muy largo a Revilla... y a Cantabria también.