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Intervención de Ignacio Diego en el Debate de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos de Cantabria para 2017

El presidente del Partido Popular de Cantabria denuncia que se está tramitando un presupuesto irreal, producto de una negociación partidista, que supondrá más déficit y más recortes

Dice que el acuerdo presupuestario entre el bipartito y Ciudadanos es "papel mojado"

 

Gracias señora Presidenta, señorías:

Voy a defender la enmienda a la totalidad que nuestro Grupo Parlamentario ha planteado con el objetivo de que esta Cámara devuelva al gobierno el proyecto de Presupuestos regionales para 2017.

Es evidente que tal objetivo no va a cumplirse, una vez que el grupo mixto-ciudadanos ha pactado una abstención cuya traducción real es la de un apoyo explícito a las políticas del bipartito de regionalistas y socialistas.

Pudiera, por tanto, parecer un objetivo estéril toda vez que conocemos de antemano sus resultados, pero definir el porqué de nuestra posición política ante el despropósito presupuestario que el gobierno ha traído a esta Cámara es un ejercicio necesario de responsabilidad ante el conjunto de la opinión pública.

El primer análisis que cabe hacer es que por primera vez en muchos años, un gobierno regional ha sido incapaz de alcanzar en su propio seno un acuerdo presupuestario en tiempo y forma.

Este hecho es tan evidente que poco puede añadirse al respecto. A esa incapacidad, y no a las diferentes disculpas interpuestas, se debe el hecho de que se haya iniciado el ejercicio con una obligada prórroga presupuestaria y que hoy, en una fecha tan tardía como la actual, estamos prácticamente iniciando la tramitación presupuestaria más disparatada de los últimos tiempos.

El gobierno y sus grupos parlamentarios han tardado meses en acordar un documento presupuestario que satisficiera a las dos partes en conflicto: la facción socialista y la facción regionalista. Dicho de otra manera, el ejecutivo y el Sr. Revilla, que no son lo mismo ni mucho menos.

Hasta ahí no podemos asombrarnos demasiado, pero lo que si causa asombro y sobre todo preocupación es comprobar cómo se ha resuelto ese conflicto de reparto de las políticas de gasto, que no se ha resuelto ni pensando en el interés general, ni pensando en dar soluciones a los problemas de los ciudadanos, ni mucho menos pensando en recuperar la senda de crecimiento para nuestra región.

La solución a la inflexibilidad de ambas partes y en un clima absolutamente evidente de desencuentro político entre los socios y sin embargo no amigos, ha llegado por la vía de la farsa, de la mentira irresponsable y del cortoplacismo más tóxico para el futuro inmediato de nuestra región.

Incapaces de alcanzar acuerdos en la política de gasto, el acuerdo ha llegado en la construcción de unas previsiones de gastos que los mismos autores califican de irrealizables, hecho inaudito y que pone en evidencia cual es el objetivo real de la coalición de gobierno, que es su propia supervivencia.

Tenemos, por tanto, algo que por si mismo obligaría a devolver el proyecto: unos Consejeros reconociendo insuficiencias presupuestarias y un presupuesto de ingresos inflado artificiosamente. Las dos cosas a la vez, que tiene mérito.

Estamos hablando, y eso es lo grave, de la principal acción de un ejecutivo, que es la de definir las políticas de gasto en la Ley de Presupuestos.

Cualquiera sabe que eso significa establecer prioridades y que debe hacerse en base a estimaciones realistas de ingresos.

Aquellos que hemos tenido responsabilidades de gobierno sabemos que los recursos son limitados y que las políticas de gasto, cuando se elaboran desde la lealtad y la responsabilidad, no son sino la determinación de prioridades dentro del marco de unas estimaciones de ingresos razonables.

Nadie en su sano juicio, ni en su casa, ni en su empresa, ni en cualquier cosa que acometa en su vida, planifica sus gastos sin antes evaluar de forma objetiva, prudente y razonable, los recursos de qué va a disponer.

Nadie en su sano juicio define en qué va a gastar sus recursos al margen de que se puedan cumplir o no los ingresos necesarios para que tales gastos puedan ejecutarse realmente sin concluir en la bancarrota.

Ni nadie, en su sano juicio, apoya algo tan trascendente como el presupuesto de su Comunidad sabiendo, a priori y manifestándolo sin pudor, que su cumplimiento es de todo punto imposible por el hecho sencillo y comprobable de que las cuentas no cuadran, y no pueden cuadrar porque son una ficción elaborada para satisfacer exigencias partidistas.

Y todo esto lo sabemos a ciencia cierta y lo sabemos todos, pero lo cierto es que hoy este debate, que debería tener una conclusión bien diferente a la que va a tener en la realidad, va a finalizar dando vía libre a un despropósito cuyas consecuencias son muy preocupantes.

El hecho de que las fuerzas políticas que sostienen al gobierno sean minoría en este plenario, daba una oportunidad vital para nuestro futuro, y es que las fuerzas de la oposición, que en muchísimos aspectos en absoluto compartimos puntos programáticos, teníamos la posibilidad de poner freno a este disparate de consecuencias nefastas.

Poner freno era tan sencillo como alcanzar un acuerdo para obligar al gobierno a retirar el presupuesto y traer otro elaborado desde la responsabilidad y el rigor. Simplemente eso.

No se trataba de alcanzar acuerdos sobre líneas políticas ni sobre el destino de tales o cuales partidas, sino sobre algo aún más elemental, como es obligar al gobierno a que traiga al Parlamento un presupuesto que se crea alguien, no ya la oposición, sino que se lo crea, al menos, el propio gobierno.

Decir, como ha dicho el Grupo Ciudadanos que su abstención se basa en la responsabilidad por la necesidad de que Cantabria tenga un presupuesto, aunque no se cree los ingresos, es un disparate de un tamaño descomunal y una enorme irresponsabilidad.

¿Acaso piensan ustedes que es mejor para Cantabria un presupuesto ficticio, irrealizable y que se ha elaborado en base a intereses partidistas, que un presupuesto prorrogado?

Si ustedes, señores del grupo mixto ciudadanos, no se creen las previsiones de ingresos, porque así lo han dicho; si ustedes han censurado una y otra vez al titular de Economía por su incompetencia (que lo han hecho no una, sino varias veces en esta legislatura), ¿les parece que alguien en Cantabria se va a creer sus justificaciones para no votar con el resto de la oposición para que el gobierno reelabore las cuentas, esta vez sí, en base a previsiones de ingresos sino reales, al menos razonables?

¿Cómo pueden ustedes conciliar el argumento de que no se creen el presupuesto ni la capacidad del Consejero de Economía, con el hecho de que, aún no creyéndolo, lo apoyan, porque eso es un acto de responsabilidad?

¿Existe acaso mayor acto de irresponsabilidad que firmar un cheque sin fondos de la cuenta de todos los cántabros? Porque ese es el resumen. Ustedes hoy autorizan que se firme un cheque sin fondos.

Miren, uno puede equivocarse, eso es humano y el que esté libre de pecado ya sabe. Pero aquí no hay ni error ni desconocimiento. Ustedes responderán de las consecuencias para Cantabria de su apoyo a una mentira a sabiendas, y quién sabe si incluso conoceremos sus verdaderas motivaciones, porque desde luego la única que claramente no se cree nadie es la que han dado con un ridículo acuerdo que es papel mojado desde su nacimiento.

Porque su acuerdo, señores del grupo Ciudadanos, es papel mojado y ustedes lo saben, ya que su cumplimiento dependería del propio rigor de las cuentas que hoy apoyan con su abstención…y si ustedes mismos dicen que no se las creen ¿cómo nos vamos a creer el acuerdo que han rubricado? ¿Cómo van a creerles a ustedes los cántabros?

Y voy más lejos, puesto que apoyan unas cuentas cuyos ingresos saben que son imposibles ¿saben ustedes, o sabe alguien qué es lo que están ustedes aprobando?

Porque nosotros no lo sabemos. Sabemos que ustedes van a aprobar algo que es irreal y, por ende, irrealizable, luego no sabemos qué es lo que estamos aprobando, pues va a ser modificado necesariamente, y no a nivel de detalle, sino de forma mucho más intensa.

Porque no creo que nadie tenga la menor duda de que, a medida que las estimaciones de ingresos vayan fracasando, y lo harán porque están absolutamente infladas con artificios, comenzarán a no ejecutarse las políticas de gasto totalmente ficticias han pintado en el proyecto. ¿Saben ustedes cuáles no se van a ejecutar?; ¿saben en qué cuantía y a qué colectivos van a afectar cuando se paralicen?

Lo dudo, no lo saben ustedes, ni lo sabemos nosotros, y lo que es peor y aún más preocupante, es que no lo sabe ni el gobierno, ni mucho menos el Sr. Sota. En eso seguro que estamos todos de acuerdo.

Quizás también nos aclaren algo, señores de Ciudadanos: Una vez que el presupuesto sea ley, con su inestimable apoyo, ¿qué piensan hacer para que se cumpla su acuerdo?

Van a estar vigilantes, han dicho, lo que parece muy adecuado, pero cuando detecten incumplimientos, ¿qué van a hacer, dar a una campana, una rueda de prensa, taparse la nariz y no respirar? Porque aquí no hay paso atrás. Ese paso o se daba hoy o no se da, y ustedes son los que facilitan esta vía cuyo destino y consecuencias desconocemos, aunque podamos esperar lo peor.

No se preocupen, ustedes mismos saben que el acuerdo que han firmado tiene la misma virtualidad que el presupuesto y como es una especie de brindis al sol, se darán por satisfechos (o más les vale, porque han pasado de ser oposición a ser colaboradores necesarios de todo este sainete).

No esperen que ahora les hable de nada que tenga que ver con la política de gasto del proyecto, porque sinceramente es tan real como debatir cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler.

Puesto que, obviamente  hay políticas de gasto que se van a ejecutar tanto si hay insuficiencias presupuestarias como si no las hubiera, la incógnita es saber qué es lo real del resto de las actuaciones que ustedes plantean.

Al menos eso queremos pensar desde aquella bancada, porque aunque hemos conocido de primera mano lo que son capaces de hacer en el gobierno y el nivel de deterioro de las cuentas públicas que pueden llegar a generar, queremos creer (y ya es un acto de fe importante) que van a mantener los servicios públicos esenciales, y que van a pagar a los médicos, o a los profesores, más que nada porque no queremos pensar otra cosa.

Pero salvo los gastos del capítulo de nóminas, que suponemos deberán afrontar en cualquier circunstancia, del resto de las políticas de gasto no podemos siquiera imaginar qué van a afrontar cuando los ingresos sean los que van a ser, que son muchos menos de los que ustedes han pintado para no resquebrajar su ya bastante resquebrajada coalición de gobierno.

Algunas pistas han dado, pues a pesar de la fantasía presupuestaria, hemos visto notabilísimos recortes en políticas de empleo que auguran por dónde van a meter la tijera cuando la tengan que meter, -y que la van a meter es lo único que no cuestiona nadie. No lo cuestionan ni ustedes-.

Y sabemos también donde van a ser reacios a meter la tijera, por ejemplo, en las empresas públicas, no hay más que ver cómo se incrementan en varias consejerías las transferencias de capital a las sociedades públicas, sin duda para caer en los mismos viejos vicios de la discrecionalidad, el sectarismo y el ocultismo.

Les recuerdo que ustedes ya han gobernado, y a ustedes se les conoce y se les recuerda por sus hechos, entre los que está el haber llevado en 2011 a Cantabria a la quiebra.

Me pregunto, de nuevo, si es esa la línea política que defienden ustedes, señores del grupo Ciudadanos. Por sus palabras, pareciera que no, pero a eso es, y no a otra cosa, a lo que están dando su apoyo en este pleno.

Miren, nuestro grupo intentó desde el inicio un acuerdo parlamentario amplio en torno al presupuesto. Un acuerdo que habría sido posible de haber existido voluntad real por parte del gobierno.

Condicionamos, evidentemente, ese acuerdo a un primer aspecto, como es la elaboración de un presupuesto de ingresos real.

Para ello solicitamos documentos, que no eran documentos extraordinarios, sino documentos ordinarios de cualquier trámite presupuestario, pero se nos negaron, se demoraron en las entregas o simplemente las incumplieron.

Al final era obvio que tales incumplimientos eran una estrategia dilatoria mientras buscaban un pacto cómodo con otras fuerzas, al menos con alguna que estuviera dispuesta a poner una fe inquebrantable por delante de las evidencias, o, en su caso, a poner intereses que desconocemos a cambio de un apoyo irresponsable y con seguridad lesivo para el futuro regional.

De no haber aparecido estos acuerdos sospechosamente oportunistas de última hora, hoy el gobierno estaría en la obligación inexcusable de tener que redactar un nuevo proyecto riguroso y responsable, que es sin duda lo que la sociedad de Cantabria necesita.

Pero, para desgracia de todos, lo que vamos a tener es un presupuesto que es una lamentable ficción. Un presupuesto que desde el primer minuto va a ser una incógnita y del que lo único que tenemos absoluta certeza, -porque es en lo único que hemos coincidido todos, incluso el propio gobierno-, es de que es irrealizable.

Y si todos estamos de acuerdo, -y de forma más o menos explícita lo estamos- en que es irrealizable porque es el fruto de una subasta discrepante entre los miembros del gobierno, solventada por la vía de inflar los números, sólo puede haber dos conclusiones:

-La primera es que no se va a ejecutar en una parte sustancial. Quién o qué área van a ser los paganos de dichos recortes lo podemos suponer, lo que no es suposición es que los recortes los va a haber.

-La segunda, aún más preocupante, es que se dispare el déficit a niveles estratosféricos y nos veamos abocados a graves problemas de sostenibilidad de los servicios públicos, con consecuencias imprevisibles para nuestra autonomía.

-Y aun cabe una tercera que no sería más que una suma de las dos anteriores: déficit desbocado y recortes de muchas de las políticas que el gobierno nos vende a sabiendas de que vende humo.

Cualquiera de las tres opciones será muy lesiva para el futuro de nuestra tierra.

Para asegurar que va a ocurrir algo de esto no hace falta ser ni profeta ni vidente, y por ello nuestro grupo hoy está haciendo lo que debe hacer, y es la defensa de la cordura y del sentido común.

Pero como no podemos hacer aquello que está más allá de nuestra capacidad, queremos dejar claro que no vamos a ser cómplices de este sainete, que comienzó con un gobierno incapaz de acordar sus prioridades, con unos partidos cuyo único objetivo es defender sus áreas como si de cotos privados se tratase, y que culminó con una especie de subasta pública en la que se contentaba a cada parte por la vía de añadir previsiones de ingresos en un regateo bochornoso, impropio de responsables públicos, donde un día se incrementaba la disponibilidad en 48 M€, y al siguiente se pedían 100 más por la otra parte.

Un presupuesto en el que se prevé recaudar lo mismo con modificaciones e incrementos fiscales, que al siguiente sin tales incrementos.

En definitiva, un disparate que sería cómico si no estuviéramos hablando de algo tan trascendente como es el dinero de los cántabros y el futuro de sus servicios públicos.

Aquí cada cual es rehén de sus decisiones y de ellas habrá de responder. El grupo parlamentario Popular ha intentado obligar al gobierno a traer un proyecto con un mínimo rigor y un ápice de responsabilidad, poco más podemos hacer si otros han preferido contribuir a que esta farsa se convierta en ley y condicione el desarrollo económico y social de Cantabria, y de ello tendrán que responder, nosotros no.

Finalizo extrayendo conclusión de las palabras de la señora Díaz Tezanos, ayer ante sus militantes, en las que ponía enfasis en recordarnos a todos que hay dos gobiernos, que libran constantemente batallas internas, con la enorme pérdida de energías que debieran dedicarse a hacer crecer Cantabria. Pues no, se utiliza para confrontar públicamente con sus socios, que no amigos.

Si a alguien se le había olvidado el esperpento de negociación de estos presupuestos,  ayer lo refrescó la señora Díaz Tezanos.

El señor Revilla en reunión institucional con la alcadesa de Santander, acuerdan públicamente dar solución en estos presupuestos, a través de la Ley de Medidas, al Plan General de Santander, un plan validadao en su totalidad por los jueces, a excepción de un error ajeno al ayuntamiento y cometido en la tramitación por el Ministerio de Medio Ambiente de José Luis Rodríguez Zapatero.

Pues bien, empecinado el PSOE de Cantabria, deciden confrontar con su presidente, el señor Revilla e impedir que su compromiso de dar solución transitoria al Plan de Santander, expresada públicamente, insisto, con la alcaldesa, no se cumpla.

El PSOE ha ganado, al menos de momento, este pulso. Pierden los santanderinos y pierde el señor Revilla, que no cumple su compromiso institucional y público. Así funcionan los actuales gobiernos de Cantabria.

Como dice el refrán: unos por otros, la casa sin barrer.

Muchas gracias.

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