Desde que Miguel Ángel Revilla es secretario general y líder del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), en España ha habido dos reyes (Juan Carlos I y Felipe VI) y seis presidentes de Gobierno (Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy). En el Vaticano, cinco papas (Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I). Los Estados Unidos han tenido seis presidentes (Jimmy Carter, Ronald Reagan, George Bush padre, Bill Clinton, George Bush hijo y Barack Obama). Los rusos, cuatro secretarios generales del Partido Comunista de la URSS (Leónidas Breznev, Yuri Andropov, Constantin Chernienko y Mijail Gorbachov) y otros tres presidentes electos (Boris Yeltsin, Vladimir Putin y Dimitri Medvedev), es decir, siete jefes de estado diferentes. Los franceses, cinco presidentes de República (Valery Giscard D´Staing, Francoise Miterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y Francoise Holland). Desde que Miguel Ángel Revilla es secretario general y candidato del PRC, en España ha habido dos reyes y seis presidentes de Gobierno, en el Vaticano cinco papas, en los Estados Unidos seis presidentes, en Francia cinco y en Rusia siete... ¿Y todavía se atreve a hablar de regeneración y de cambios en la política? ¿Y todavía se atreve a cuestionar la democracia interna del resto de los partidos políticos? ¿Y todavía se atreve a decir que él no es parte de la casta?.
Más que parte de la casta, Miguel Ángel Revilla es el abuelo de la casta, por mucho que ahora quiera disimularlo, y cambiar su discurso, y apuntarse al carro de los indignados del 15-M buscando no se sabe qué apoyos futuros que puedan respaldar en el Parlamento de Cantabria su investidura como presidente, en el supuesto de que el Partido Popular perdiera la mayoría absoluta. Más que parte de la casta, Miguel Ángel Revilla es la esencia misma de lo que algunos llaman casta. Lleva cuarenta años al frente de un partido, sin elecciones internas ni debate de ningún tipo. Lleva cuarenta años ocupando cargos políticos y viviendo de las instituciones. ¿Y eso no es casta?. La mitad de los cántabros de hoy no habíamos nacido y él ya vivía de la política.
Todo eso no es malo en sí mismo. Lo doloroso es que se permita dar lecciones a los demás; y hablar en público como lo hace en esos programas de televisión a los que asiste en calidad de 'friky'; y exigir cambios en los comportamientos de los políticos; y pedir transparencia y democracia interna a todos los partidos, salvo al suyo... Insólito.
Hasta el pasado mes de mayo, Miguel Ángel Revilla venía haciendo una cuenta: si el PP perdiera la mayoría absoluta en el Parlamento de Cantabria, los socialistas volverían a hacerle presidente a cambio de nada. Mejor dicho, a cambio de cuatro nombramientos y de destrozar su propio partido, como ya hicieron en el periodo comprendido entre los años 2003 y 2011, en el que pasaron de más de 100.000 votos a apenas 40.000. Sin embargo, el candidato del PRC ha descubierto en mayo que esa cuenta ya no le sale ni en el mejor de los escenarios, porque, en el supuesto de que el PP no revalidara la mayoría absoluta, los votos socialistas no serían suficientes para apoyar su investidura. Necesitaría, también, los de Izquierda Unida y Podemos. De ahí el nerviosismo de Revilla y su definitiva deriva hacia el radicalismo, la demagogia y el oportunismo. Demagogo y oportunista lo fue siempre, eso es cierto, pero su conversión en un radical de izquierdas, a los 73 años de edad, resulta sobrecogedor a los ojos de cualquiera que haya seguido mínimamente su trayectoria y conozca su procedencia política franquista, sus cargos políticos en el sindicalismo vertical, sus discursos reaccionaros ante los ganaderos durante la negociación del tratado de adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE), su papel como presidente de la Comisión Regional de Urbanismo cuando en Cantabria se concedieron licencias para cientos de viviendas declaradas ilegales por los tribunales o sus vínculos, complicidades y connivencias con determinados constructores de la región, con quienes se reunía a comer a diario en los restaurantes más frecuentados de Santander, para estudiar planos y anteproyectos entre plato y plato o para analizar el estado de este o aquel PSIR entre el aroma del vino y el olor de los puros.
Ese ha sido Miguel Ángel Revilla: el franquista en los años de Breznev, Carter y Pablo VI; el regionalista en los años de Suárez y Giscard; el que se oponía a la entrada de España en la Unión Europea (UE) en los tiempos de Miterrand y Reagan; el que paseó por los pueblos de procesión en procesión, buscando el voto más conservador, durante los años Clinton y Yeltsin; el que autorizó desde la Comisión Regional de Urbanismo todas las licencias que más tarde anularon los tribunales, cuando el papado de Juan Pablo II llegaba a su fin; y el que íntimó con los constructores tanto como para comer con ellos a diario, en los años de Zapatero, Putin y Sarkozy. ¿Y ahora, a los 73 años, ha descubierto que es un radical de izquierdas?.
Pretenderá abducir a los dirigentes de Podemos de la misma manera que hizo en su día con los máximos responsables del Partido Socialista de Cantabria (PSC-PSOE), cuya relación con el PRC pasó de la coalición a la sumisión, y de la sumisión al vasallaje. Lo pretenderá, con toda seguridad. La pregunta es: ¿Habrá quien confíe en él? ¿Habrá en Cantabria una sóla persona que pueda confiar en la sinceridad de este hombre?.
Tribuna de opinión publicada el 4 de septiembre de 2014 en El Diario Montañés