Las últimas declaraciones de Revilla son de las que producen escalofríos a cualquiera que se considere demócrata, y, a la vez, un poco de risa a los que tienen sentido del humor.
Afirmar, como ha hecho en la última fiesta del PRC, que tiene el derecho a "exigir" a los cántabros que le den la confianza mayoritaria, es el comentario más antidemocrático que se ha podido escuchar en Cantabria a un líder político. Algunos pensamos que el derecho a exigir lo ejercen los ciudadanos con sus representantes políticos, y no a la inversa. En fin, parece ser que cuando uno lleva tantos años en un cargo, empieza a confundir esa clara línea que distingue a los súbditos de los electores.
En el fondo, esta frase es la constatación del nerviosismo en el que está sumido el Partido Regionalista, que parece no encontrar un hueco definido en los nuevos tiempos.
El nuevo escenario político está descolocando al viejo líder regionalista y por eso pide, rectifico, ¡exige! a los cántabros que le den el poder que jamás se ha ganado en las urnas y que empezó a fraguar en su juventud, en un régimen autoritario, cuando fue destacado miembro de los Sindicatos Verticales del antiguo régimen de Franco, y que logró, en su vejez, mediante un pacto político que le permitió obtener la Presidencia de Cantabria, aún siendo el partido menos votado con representación parlamentaria.
Pero estos tics autoritarios del líder del PRC no son nuevos, y reflejan un comportamiento que se hunde en la memoria política de nuestra historia.
El secretario general del PRC, que lo es ininterrumpidamente desde 1978, es la antítesis de la regeneración política a la que quiere apuntarse. No hay coleta que oculte que dicha regeneración política no puede llegar de la mano de quien lleva viviendo de ella más de 36 años, y es significativo y bastante singular, que desde que Revilla ocupa la secretaria de su partido, la historia ha conocido seis presidentes en Estados Unidos, cuatro en la extinta Unión Soviética (a la que se suman varios más de la Federación Rusa), e incluso dos en la mismísima Cuba o en Corea del Norte, gente, por cierto, poco dada a los cambios. Hasta cinco Papas han dirigido los destinos de la iglesia católica en el tiempo en que el "regeneracionista" Revilla ha ocupado la secretaria general de su partido, y quién sabe cuántos más conocerá en el futuro, ya que la abdicación no parece formar parte de sus planes.
Ya el V Congreso del PRC, en noviembre de 1991, lo celebraba "con la idea central de la renovación" y desde entonces continúan "renovándose" los mismos a sí mismos y en los mismos cargos, con Revilla a la cabeza, por supuesto.
Idéntica renovación prometió en el VI Congreso y en el VII de noviembre de 1998, en el que decía que podía ser su último mandato como secretario general, como también lo insinuó en el VIII Congreso de 2002.
En el IX Congreso regionalista de noviembre de 2006 no lo insinuó, fue más lejos y afirmó rotundamente que las de 2007 serían sus últimas elecciones, y por si alguien no se lo creía, incluso lo dejó por escrito en su programa electoral.
Es más, en una entrevista del 12 de junio de 2005 al Diario Montañés, y a la pregunta sobre si sería su última legislatura la de 2007, respondió que "por descontado, en los próximos comicios tendré 64 años y estaré a uno de la jubilación, lo que no voy a hacer es ir como Fraga; cojeando o durmiendo por ahí". Lo cierto es que no le hemos visto cojear.
Estos tics autoritarios, que nos llevan a tiempos y regímenes en los que los líderes los determinaba el estado de salud y no la voluntad de los militantes o los ciudadanos, se han repetido a lo largo de la larguísima historia de Revilla.
Así, en diciembre de 1998 el secretario general del PRC afirmó: "El Partido Regionalista tiene vocación de poder. Este no es un partido de oposición, sino de estar permanentemente en el poder". Se puede decir más alto, pero no más claro. Para variar, en eso dijo la verdad. "Vocación de poder", -que no es lo mismo que vocación de servicio-, ha sido y será lo único que le importa al secretario general del PRC. El poder, dando igual cómo y con quién lo consiga, tanto provenga de una dictadura, como de pactos con izquierdas o derechas, o con los mismísimos 'Podemos', con los que ahora dice compartir el 80% del programa electoral.
Lástima que Revilla haya tardado tanto tiempo en darse cuenta de su "coincidencia programática" con Pablo Iglesias y Podemos, porque ya no le va a dar tiempo a dejarse la coleta y, no nos engañemos, sin coleta y con semejante currículo me da en la nariz que no se le arregla.
Ésa es la regeneración del partido de Miguel Ángel Revilla, del franquismo a la extrema izquierda, pero siempre consigo mismo fosilizado en el cargo. Más que de "regeneración" habría que hablar de "reciclaje", algo en lo que es un auténtico experto. Son las ventajas de carecer de ideología y de sentido del ridículo.
Y qué decir de sus "delfines", casi desde niños optando a una sucesión que nunca llega dan un poquito de lástima y de risa; son como Carlos de Inglaterra, que mamá resiste y así no hay manera. Esa es la "regeneración regionalista", una propuesta entre patética y cómica que dura casi cuarenta años.
Tribuna de opinión publicada el 16 de julio de 2014 en El Diario Montañés