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El expresidente, en la Universidad

Iñigo Fernández, diputado regional del Partido Popular

"Revilla no sabía lo que era el fracking, pero concedió los permisos; despilfarró 35 millones en el Racing, pero volvería a meter dinero público; fue quien construyó la Casa de los Gorilas, pero se apresura a culpar a Marcano para ocultar su responsabilidad. A un político se le debe exigir más responsabilidad, menos desfachatez y, sobre todo, un poco de decencia".

 

El que fuera presidente del Gobierno de Cantabria entre 2003 y 2011 intervino la semana pasada en la Universidad de Cantabria. Por una vez, Miguel Ángel Revilla se sometió a un turno de preguntas, en este caso a cargo de los estudiantes que asistieron al acto. Esta vez la entrevista no estuvo pactada y amañada, como ocurre en sus apariciones televisivas, sino que hubo preguntas y respuestas. Por cierto ¡Vaya respuestas!

Miguel Ángel Revilla habló sobre el fracking, sobre el dinero público gastado en el Racing, sobre la situación procesal de Javier López Marcano, sobre la Comisión de Investigación de CANTUR... No habló sobre Educación. Ni una palabra. Ni la Ley de Educación, ni la financiación de los proyectos de investigación universitarios, ni las becas, ni la inserción personal de los jóvenes le merecieron un comentario. Nada. Ni el futuro de los jóvenes, ni el de Cantabria, le preocupa lo más mínimo.

De las palabras de Miguel Ángel Revilla en la Universidad se desprende que no está capacitado para volver a ocupar ninguna responsabilidad de gobierno en esta región. Sus comentarios resultaron ofensivos e insultantes: una falta de respeto hacia los ciudadanos. Lleva tres años desaparecido; viviendo de la política pero sin ejercer; cobrando su sueldo del Parlamento pero sin trabajar. Su única preocupación es aparecer en televisión y vender libros. Y ahora dice que quiere volver. Escuchándole, uno se pregunta ¿Para qué?

Sobre el fracking dijo que no tenía ni idea de lo que era cuando lo autorizó. ¡Fantástico! Efectivamente, hace tres años casi nadie en esta región sabía lo que era el fracking. La diferencia es que los demás no dimos los permisos y él sí. Hace tres años, el 31 de marzo de 2011, Miguel Ángel Revilla concedió un permiso para perforar en la comarca del Saja-Nansa... ¿Cómo puede decir que no sabía lo que concedía? ¿Qué presidente hemos tenido en Cantabria? ¿En qué manos hemos estado? Y dijo también que se pondría delante de las máquinas para parar el fracking. ¿Pero cómo puede mofarse de la gente de esta manera? ¿Por qué no lo pensó cuando otorgó el permiso? ¿Por qué no lo pensó cuando Zapatero otorgó los otros cuatro permisos vigentes en Cantabria? Angosto se autorizó en 2006, Bezana y Bigüenzo en 2009, Luena Profundo en 2010, Arquetu en 2011... ¿Por qué no se puso delante de las máquinas entonces? Verdaderamente insultante.

No contento con eso, anunció que, de gobernar de nuevo, volvería a inyectar dinero público en el Racing. La aventura de su gobierno en el Racing les ha supuesto a todos los cántabros 35 millones de euros: 22 millones por la compra de la marca, otros 6 a las espaldas de CANTUR, el pago de la indemnización por el incumplimiento del contrato televisivo... 35 millones de euros que no llegaron directamente al Racing, sino que sirvieron para quitarles sus cargas a los sucesivos dueños del club. Porque Miguel Ángel Revilla entró en el Racing para quitarle una carga a un empresario de esta región, y después se lo vendió a otro pero nunca le cobró, y finalmente permitió que éste se lo traspasara a una sociedad insolvente pero rebajando la deuda contraída y renunciando a las garantías de cobro. ¿Es eso lo que quiere volver a hacer Revilla con el dinero de todos los cántabros? Y, además, para dejar al Racing como lo dejó y en las manos en que lo dejó. Cuanto más lejos estén del Racing los políticos, todos los políticos, mejor para el Racing. Pero, sobre todo, cuanto más lejos esté Revilla, muchísimo mejor, porque nadie le ha hecho tanto daño al Racing como Revilla.

Pero la 'perla' más vistosa de sus declaraciones en la Universidad se la dedicó a Javier López Marcano, consejero de Cultura, Turismo y Deporte durante su mandato y uno de sus máximos colaboradores en el Partido Regionalista de Cantabria (PRC). De hecho, Miguel Ángel Revilla reconoció que López Marcano había cometido una ilegalidad en la tramitación de la obra de la Casa de los Gorilas de Cabárceno, y lo hizo cuatro días antes de que su exconsejero se sentara en el banquillo. Se apresuró a señalar con el dedo a Marcano para desviar la atención acerca de su propia responsabilidad. Así es como trata Revilla a sus colaboradores cuando ya no le sirven. Ningún fiscal se habría comportado con tanto rigor hacia el acusado. Ningún fiscal habría hecho tanto por condenarle. Ese es el sentido de la lealtad que tiene Miguel Ángel Revilla: con tal de ocultar su responsabilidad es capaz de acusar directamente a su exconsejero. ¿Cómo se puede confiar en un hombre así? ¿Dónde quedan los principios y el sentido de la lealtad?

No sabía lo que era el fracking, pero concedió los permisos; despilfarró 35 millones en el Racing, pero volvería a meter dinero público; fue el presidente que construyó la Casa de los Gorilas, pero se apresura a culpar a Marcano para ocultar su responsabilidad. ¿Qué se puede decir de semejantes comentarios? Pues, simplemente, que a un político se le debe exigir más responsabilidad, menos desfachatez y, sobre todo, un poco de decencia.

 

Tribuna de opinión publicada el 20 de marzo de 2014 en El Diario Montañés

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