Torrelavega volverá
Ildefonso Calderón Ciriza, alcalde de Torrelavega
Ildefonso Calderón Ciriza, alcalde de Torrelavega
Mañana, este que escribe, cabeza de la lista más votada en las elecciones municipales de Torrelavega, será sustituido, moción de censura mediante, por una persona que iba de número cuatro en una de las listas que perdió. Por tanto, no me extraña nada que los políticos, un colectivo en el que entré con ilusión de novato en la pasada legislatura, tengamos tan mala prensa. Ante este tipo de disparates y de absoluta falta de ética política y de respeto a lo que el ciudadano vota, es normal que la gente reaccione con justificada irritación.
Sea como fuere, he tenido la oportunidad de gobernar mi querida ciudad durante 30 meses, y he emprendido recientemente, con transparencia, una acción de rendición de cuentas ante mis vecinos, con un resumen de la gestión del Grupo Municipal Popular. Todo en esta vida es opinable, pero los hechos no lo son. Por tanto, hablemos de hechos.
Primero: austeridad. He sido el primer alcalde de Torrelavega sin chófer que conduzca un coche oficial. Sustituí mi trabajo en el Asilo y la mayor parte del tiempo de mi consulta médica por el trabajo de Alcalde y unas pocas horas en consulta. ¿Por qué sigo con ella? Porque no espero vivir el resto de mi vida de la política, y la consulta es el fruto de mis 25 años anteriores de vida profesional en la medicina, que no debo abandonar enteramente. ¿Cobro sueldo del Parlamento? No. Percibo las dietas por gastos de asistencia a plenos o comisiones, como el resto de los diputados que no tienen un salario por dedicación plena. ¿Gano más en la política que cuando me dedicaba solamente a la medicina? Rotundamente no. Lo que ocurre es que hay personas a las que no les cabe en la cabeza que uno, en un momento dado, asuma ciertas desventajas prácticas por la ilusión de realizar una labor cívica cuya única recompensa es el servicio a la ciudadanía.
Segundo hecho: diálogo. Durante mis 30 meses de gobierno, el 80% de los acuerdos de la Corporación lo han sido por grandes mayorías o práctica unanimidad, fruto de constantes negociaciones y pactos. Este ambiente cordial ha sido destruido desde Santander, cuando el señor Marcano quiso vengarse porque se le piden cuentas de su pésima conducta como consejero del Gobierno de Cantabria, y cuando la ejecutiva regional del PSOE obligó a la ejecutiva local de Torrelavega a cambiar la votación inicial, en la que habían decidido no secundar la moción de censura regionalista. Es un hecho que dos concejales del PSOE se apartaron de ese viraje: uno dimitió y otra, la señora Gómez Morante, no apoya la moción. Es decir, el clima de respeto y diálogo político de nuestra ciudad fue reventado por intereses espurios desde la capital.
Tercer hecho: resultados. En 30 meses, hemos logrado las Urgencias de Pediatría en Sierrallana; la reanudación de la paralizada autovía Solares-Torrelavega; el acuerdo con ADIF y Gobierno de Cantabria sobre las tres opciones de integración ferroviaria; un Plan Extraordinario de Empleo de más de 11 millones de euros; un Plan Industrial para 2014 de 37 millones de euros; un polígono industrial que cogimos con un 3% de ocupación y sin servicios, y que ahora atrae inversiones de empresas líderes como Aluminios Cortizo; una feria de muestras que estaba liquidada y muerta, y cuyo calendario se ha recuperado; la consolidación de las nuevas titulaciones de la UC y la llegada de la UNED Sénior; la recuperación de las riberas del Saja-Besaya; la reforestación del Dobra; la asignación de la Escuela Regional de Emprendedores, que nos convierte en capital cántabra para esas políticas, con un nuevo edificio en La Carmencita; el Asilo tiene resuelto el tema de la finca y las licencias para la residencia de discapacitados adultos; hemos desarrollado una oficina de mediación hipotecaria que ha salvado a más de 30 familias de ser desahuciadas; se han abierto más de 100 comercios con nuestro programa de incentivos; estamos transformando La Inmobiliaria con obras como el Centro de Adultos; y hemos mejorado equipamientos deportivos con los nuevos campos de Tanos y el edificio multiusos proyectado en La Lechera. Finalmente, hemos replanteado el Torrebús con gran éxito, ya que ha aumentado un 27% la cifra de viajeros, cuando hace 30 meses no había transporte público, no había autobuses, ni marquesinas.
Les acabo de citar veinte cosas importantes. El equipo popular ha sudado la camiseta, ha trabajado sin descanso.
En el último año Torrelavega ha sufrido el grave problema de Sniace. La empresa ha querido culpar de su desastre a los gobiernos de turno, cuando en realidad ha recibido siempre grandes beneficios públicos y todavía hoy es morosa de una forma espectacular respecto de los contribuyentes (sólo a los ciudadanos de Torrelavega, nos debe casi 3 millones de euros por tributos locales, ¿qué pensará el vecino que paga religiosamente su IBI y otros impuestos?). Pero, claro, no podemos esperar que unos accionistas o unos gestores se flagelen en público. Algunos sindicalistas aceptaron esa interesada versión y creyeron que la salvación de la plantilla era presionar a los gobiernos. Mas, una vez que los gobiernos despejaron todas las pretendidas dificultades, la empresa, en vez de salir a flote, presentó el cierre, declaró una deuda de más de 260 millones de euros y despidió a los 500 trabajadores. El problema no era el Gobierno, sino la empresa; y la solución no es el gobierno, sino la empresa. Deberían ser generosos y captar nuevos inversores, pero no tengo ninguna confianza en sus intenciones.
Alguien pensará quizá que todo esto es un dislate, y efectivamente ese es el sentimiento mayoritario que me transmiten los torrelaveguenses por la calle. Pero estoy seguro de que en 2015 Torrelavega volverá a ser libre, así lo expresará en las urnas, y volverá a creer en su futuro.
Tribuna de opinión publicada el 14 de enero de 2014 en El Diario Montañés
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