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El futuro condicionado del Racing

Iñigo Fernández, diputado regional del Partido Popular

"Revilla nombró a Pernía. Revilla gastó 35 millones de euros. Revilla regaló el club a Alí Syed. Y, si recuperarlo resulta ahora tan complicado, es sencillamente por la maraña legal del contrato que firmó su Gobierno. De todo ha sido responsable Revilla".

 

Hay actitudes que indignan a cualquiera, y la de Miguel Ángel Revilla en relación con el Racing es una de ellas. Sus últimas declaraciones en el Diario Montañés, en las que afirma que si él estuviera de presidente recuperaría el club en un mes y a coste cero, constituyen un auténtico insulto. Los silencios de Revilla sobre el Racing indignan, pero sus declaraciones sencillamente ofenden.

La situación del Racing es la que es porque Revilla fue presidente del Gobierno de Cantabria y porque con sus decisiones creó las condiciones para que se consumara una monumental estafa. ¿Cuáles fueron esas decisiones?

Primera. Revilla compró el Racing y eso les costó a los cántabros 35 millones de euros. Con poco más se podrían terminar ahora las obras del Hospital Marqués de Valdecilla. Compró las acciones, y compró la marca Racing por 22 millones de euros, y se hizo cargo de una indemnización millonaria por el incumplimiento de un contrato televisivo. En total, 35 millones de euros. Y ahora habla de 'coste cero' cuando sabe que la deuda del club, en el supuesto de que fuera posible recuperarlo a coste cero, asciende a 41 millones de euros. ¿De dónde lo quitaría Revilla? ¿De las obras de Valdecilla? ¿De la Educación? ¿De dónde?

Segunda. Miguel Ángel Revilla nombró a Francisco Pernía como presidente del Racing. Cuando CANTUR vendió el club a Dumviro, el Gobierno de Cantabria incluyó en el contrato una cláusula que obligaba a pactar el nombramiento del presidente. Ese contrato lo firmó Javier López Marcano. Durante todo ese tiempo, Pernía fue presidente con el consentimiento de Revilla. Todo lo que se ha hecho en el Racing, se ha hecho con el beneplácito de Pernía, cuya responsabilidad es muy grande, la mismo que la de Miguel Ángel Revilla.

Tercera. La llegada del indio Alí Syed no hubiera sido posible sin las facilidades que dio el Gobierno de Cantabria. Se le hizo una rebaja sobre el precio a pagar, que pasó de 7,7 millones de euros a 6,5 millones. Se canceló la prenda sobre las acciones. Se aceptó un único aval de 1,5 millones cuando la operación ascendía a 6,5 millones. Se renunció a cualquiera garantía de cobro, simplemente porque Alí era "un hombre rico y sabio". Todo eso hizo Miguel Ángel Revilla, que por entonces era, por si a alguien se le ha olvidado, el presidente del Gobierno de Cantabria.

Cuarta. Cualquier contrato de esas características hubiera incluido una cláusula de retrocesión, que es una figura legal que permite cambiar la propiedad de las acciones en el registro mercantil en caso de incumplimiento en el pago. Todos los contratos de este tipo incluyen cláusulas de este tipo, pero el Gobierno de Revilla la suprimió, y la suprimió pese a las advertencias de los abogados del despacho Gómez-Acebo y Pombo. ¿Por que? En su lugar el contrato recoge dos opciones. Una es presentar una reclamación ante la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Madrid, que es lo que hecho el Gobierno de Cantabria de Ignacio Diego. Otra es negociar la recompra de las acciones, para lo cual es preciso acordar entre las dos partes el valor de las acciones. Pero ¿Con quién se puede alcanzar ahora ese acuerdo? Alí Syed está desaparecido. Su sociedad fantasma, liquidada. Elegir a las tres agencias encargadas de hacer la tasación obligaría de entrada a plantear un pleito en los tribunales, suponiendo, como cabe suponer, que la otra parte no daría precisamente facilidades. Los abogados que comparecieron en la Comisión de Investigación de CANTUR hablaron de un "pleito imposible" y de una "opción maldita". Según ellos, esta vía, en la actuales condiciones, no se resolvería antes de cuatro o cinco años. Y Revilla sigue hablando de un mes. Sigue engañando a la gente. En un mes se hubiera podido desbloquear el problema de haberse incluido en el contrato una cláusula de retrocesión o condición resolutoria. Pero ya se encargaron Ángel Agudo y Luis Egusquiza de eliminarla, a pesar de las recomendaciones de los abogados. Y ya se encargó Miguel Ángel Revilla de autorizar la operación en esos términos.

El Parlamento de Cantabria ha remitido a la Fiscalía una narración de todos estos hechos, para que se estudie si son constitutivos de delito. Y sería deseable que los jueces llamaran a declarar a los responsables de lo que sucedió: a quienes han gestionado el Racing y a quienes, desde el Gobierno PRC-PSOE, crearon las condiciones para que todo esto sucediera. Porque sin el consentimiento del Revilla y su Gobierno, Pernía no habría podido comportarse como lo hizo.

A los cántabros les preocupa el futuro del Racing, pero lamentablemente el futuro está completamente condicionado por lo que se hizo en el pasado. A Revilla no le gusta hablar de la herencia, pero la situación actual del Racing es la consecuencia de la herencia que él dejó.

Revilla nombró a Pernía. Revilla gastó 35 de millones de euros de todos los cántabros. Revilla regaló las acciones del club a Alí Syed. Y, si recuperarlas resulta ahora tan complicado, es sencillamente por la maraña legal que se estableció en el contrato que se firmó. De todo ha sido responsable Revilla. Al menos, que no intente ahora seguir engañando a los cántabros.

 

Tribuna de opinión publicada el 10 de julio de 2013 en El Diario Montañés

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