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Solucionar los problemas de Cantabria... en 100 días

Iñigo Fernández, diputado regional del Partido Popular

 

Al Gobierno de Cantabria que preside Ignacio Diego acaba de surgirle un nuevo reto. Ya no se trata sólo de gobernar la región en medio de la peor crisis económica de la historia de la democracia, resultado de las desastrosas políticas económicas de José Luis Rodríguez Zapatero; tampoco de tener que hacer frente a una deuda que alcanza los 2.500 millones de euros; ni de tener que actuar en una situación de caída de los ingresos derivada de la pérdida de actividad económica que sufre todo el país; ni siquiera de gobernar con el presupuesto de la región prácticamente gastado por el anterior ejecutivo, con cuatro de cada cinco euros ejecutados en los seis primeros meses del año. No. A todos esos retos hay que añadir uno más. Porque la oposición parlamentaria (PRC y PSOE) se ha propuesto que Ignacio Diego solucione todos los problemas de la región no en cuatro años, sino... en cien días. En cien días, nada menos.

Cada lunes, en los plenos del Parlamento de Cantabria, socialistas y regionalistas exigen soluciones ya, como si no fueran ellos mismos, precisamente, los responsables de la situación en que se encuentra la región después de ocho años de alegrías en el gasto, opacidad en la gestión, abandono de los grandes proyectos de Cantabria y paro generalizado.

Quienes encontraron Cantabria con 19.000 parados y la dejaron con casi 50.000, pretenden que el PP, en cien días, resuelva el problema del paro. Quienes permitieron que todas las grandes obras de infraestructuras quedaran paralizadas por el Ministerio de Fomento (Autovía Solares-Torrelavega, Autovía Ronda de la Bahía), pretenden ahora que el PP exija ahora lo que ellos no exigieron. Quienes fueron incapaces de concluir en plazo las obras del Hospital Marqués de Valdecilla (su previsión era el año 2007) y ni siquiera amarraron el compromiso de que el Gobierno de la Nación asumiera el sobrecoste, pretenden ahora que Valdecilla se termine en cien días. Quienes crearon el problema de los afectados por la Ley de Costas y por la Ley de Montes, pretenden ahora que el PP lo solucione todo en cien días. Quienes en ocho años no fueron capaces de resolver la situación de ni una sola de las 625 viviendas de Cantabria afectadas por la ejecución de sentencias de derribo, pretenden ahora el nuevo ejecutivo dé solución a todos ellos en cien días. Quienes llevaron a la ganadería y a la pesca a la peor situación de toda su historia, pretenden ahora que ambos sectores se revitalicen en sólo cien días. Quienes jamás tuvieron entre manos una política industrial mínimamente ambiciosa, pretenden ahora que el gobierno del PP atraiga inversiones extranjeras en sólo cien días... La lista de situaciones que ha heredado Ignacio Diego es larga y ni siquiera con una varita mágica podría resolverse. Lo entiende cualquiera, pero socialistas y regionalistas siguen empeñados en pedir cuentas a un gobierno que lleva ejerciendo apenas cuatro meses.

Cualquiera persona en su sano juicio sabe que en cien días no se le pueden pedir cuentas a ningún gobernante. Si así fuera, las elecciones no serían cada cuatro años, sino cada cien días.

En cien días se puede reorganizar la administración, suprimiendo dos consejerías y eliminando altos cargos para ahorrarse 14 millones de euros en cuatro años. En cien días se puede acabar con el sectarismo de las consejerías. En cien días se puede sustituir la opacidad por la transparencia. En cien días se pueden desbloquear los trabajos de redacción de los planes generales de ordenación urbana, con el fin de aprobar una docena de ellos en una breve espacio de tiempo (entre ellos el de Santander). En cien días se puede presentar el anteproyecto para suprimir el Impuesto de Sucesiones o el impuesto para las bolsas de plástico. En cien días se puede organizar una central de compras para ahorrar muchos millones de euros en los suministros del Servicio Cántabro de Salud. En cien días se puede preparar la norma que permita edificar viviendas unifamiliares en suelo rústico, con una serie de controles y limitaciones. En cien días se pueden solucionar hasta cien expedientes de afectados por la Ley de Montes, a la espera de ir resolviendo los demás en el transcurso de los próximos meses. En cien días se puede presentar un plan de trabajo para ejecutar las sentencias de derribos en un periodo de seis años sin arruinar económica y moralmente a sus propietarios. En cien días se pueden fijar como prioridades de futuro proyectos tales como la reordenación del frente marítimo de Santander, la ejecución del Centro Botín o la regeneración económica y ambiental de la cuenca del Besaya (Besaya 20-20).

Ignacio Diego ha hecho todo eso en cien días y además les ha hablado a los cántabros con realismo, cara a cara, con honestidad, de frente. Es una suerte que sea un hombre de retos, como demostró al obtener veinte escaños en las elecciones regionales, por primera vez desde la aprobación del Estatuto de Autonomía para Cantabria. Pero el reto de solucionar todos los problemas de la región en sólo cien días no puede exigírsele ni a él ni a nadie. Y mucho menos por parte de quienes fueron los causantes de esos problemas a lo largo de los últimos ocho años.

 

Tribuna de opinión publicada el 3 de noviembre de 2011 en El Diario Montañés

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