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Revilla, los cien días y el nuevo Gobierno de Cantabria

Iñigo Fernández, diputado regional del Partido Popular

 

El tiempo es, en cierto modo, una medida subjetiva. Decía el emperador Adriano que una mañana en Atenas le supuso más que varios años en las legiones romanas, en cuanto a su enriquecimiento personal, a las sensaciones percibidas, a las vivencias que lograron hacerse un hueco en su corazón y en su memoria... Hay momentos en la vida en que el reloj parece detenerse y otros en que parece desbordar el propio calendario, al menos en cuanto a la percepción personal que generan en las personas.

Afortunadamente, frente a la subjetividad existen los registros temporales: aquellos que establecen la duración exacta de la medida horaria (fijada hace siglos en el Royal Observatory de Greenwich), por ejemplo, o la regularidad del calendario, con sus días, sus semanas y sus meses. Así, se diga lo que se diga, se opine lo que se opine, se sienta lo que se sienta, cien días son siempre cien días. Para Miguel Ángel Revilla podrán haber sido duros, terribles y atormentados, a la vista de su pérdida de protagonismo, pero le guste más o le guste menos cien días son exactamente eso: cien días.

En Cantabria, parece que cien días del PP tienen que dar más rendimiento que ocho años de gobierno del PSOE y el PRC, como le habría sucedido al emperador Adriano al comparar su breve estancia por las calles de la vieja Atenas con su largo paso por los campamentos de las legiones romanas. Aquí, en cien días se pretende que los nuevos integrantes del ejecutivo autónomo solucionen todas las papeletas heredadas después de ocho años de mal gobierno. Y ni siquiera han transcurrido cien días: Ignacio Diego accedió a la Presidencia de la región el 27 de junio y sus consejeros el 29. Para completar los cien días, todavía faltan semanas.

Se quiere que en cien días el Gobierno de Cantabria solucione el problema del paro en la región, que el mandato de socialistas y regionalistas elevó a la cifra de casi 50.000 personas; se quiere que en cien días se despejen los nubarrones que asolan a sectores vitales de la economía regional, como la industria, la ganadería o la pesca; se quiere que en cien días se retomen, y se terminen, todas las obras de infraestructuras que los anteriores gobernantes dejaron paralizadas; se quiere que en cien días se ponga fin a las dudas que socialistas y regionalistas sembraron con relación al futuro de la financiación de las obras del Hospital Marqués de Valdecilla; se quiere que en cien días se les de una solución a los afectados por la ejecución de sentencias de derribos, por la Ley de Costas o por la Ley de Montes; se quiere que en cien días se resuelva el futuro económico y social del Racing, sin reconocer que muchos de sus problemas se deben a que alguien trajo por aquí hace unos meses a un "hombre bueno y sabio", del que ahora parece que nadie quiere saber nada. Ni siquiera al emperador Adriano debió cundirle tanto el tiempo en aquella hermosa mañana en que tuvo ocasión de recorrer las calles y contemplar las ruinas de la vieja cuna de la civilización occidental.

Para Revilla cien días tienen que dar para mucho, aun cuando en ocho años como presidente del Gobierno de Cantabria no solucionó ni un solo problema. Con el PP en el Gobierno de Cantabria, algunas cosas han comenzado a cambiar ya. De entrada, analizar la situación heredada y emitir un diagnóstico también es gobernar. Pero gobernar ha sido, además, reducir el número de consejerías, el de altos cargos y el de coches oficiales; exigir al Estado el pago de sus compromiso financieros con Cantabria (Hospital Marqués de Valdecilla, Autovía del Agua....); introducir racionalidad en el gasto para evitar la bancarrota de la administración regional y eludir el riesgo de que los ciudadanos se vean abocados a padecer una situación como la que viven estos días nuestros vecinos griegos; presentar un calendario de soluciones para los afectados por las sentencias de derribos y por la Ley de Montes; impulsar el desbloqueo de los planes generales de ordenación urbana; preparar planes de apoyo para la ganadería y para la pesca que pongan fin al retroceso que han sufrido a lo largo de los últimos años... En cien días no se han solucionado todos los problemas de Cantabria, pero sí se han puesto en marcha muchas medidas que indican qué caminos tomarán las políticas del nuevo ejecutivo regional presidido por Ignacio Diego.

El debate de los cien días auspiciado por Miguel Ángel Revilla es ridículo en todos sus términos, porque, que a quien ha gobernado durante ocho años sin resolver nada le entren ahora las urgencias roza sencillamente el absurdo. El problema es que los tiempos, al margen de los relojes y los calendarios, son también de uno mismo. Revilla tuvo el suyo y no supo gestionarlo. Ahora, que respete al menos el nuevo tiempo político que los ciudadanos de Cantabria, mayoritariamente, han puesto en manos de Ignacio Diego.

 

Tribuna de opinión publicada el 15 de septiembre de 2011 en El Diario Montañés

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