Partido Popular en Cantabria

Miguel Ángel Revilla ha fracasado como presidente de Cantabria. Su alianza de siete años con el PSOE de Zapatero no ha valido para cumplir ninguno de los grandes objetivos que se prometieron. En el Debate del Estado de la Región en el Parlamento autonómico ha quedado bien claro que Revilla tiene un discurso triunfalista absolutamente fuera de la realidad que padecen los 44.000 parados cántabros y sus familias; fuera de la incertidumbre que sufren los que aún conservan su empleo pero temen perderlo; y fuera del sentimiento de los muchos empresarios y emprendedores que se levantan cada día con la incógnita de si su proyecto podrá salir adelante mientras Zapatero desgobierne España y Revilla se limite a hacer discursitos de yo-yo en Cantabria.

El presidente vive en el 'planeta Revilla', un lugar imaginario que ya no tiene nada que ver con la sociedad de Cantabria ni con su futuro. No ha logrado ningún gran objetivo. Prometió dos líneas de AVE. Ahora amenaza con romper el Gobierno si el próximo 20 de julio Zapatero no le promete por lo menos medio AVE, y sin fechas claras. No ha logrado que el Estado asuma el sobrecoste de Valdecilla ni los prometidos Fondos de Cohesión para la Autovía del Agua: ambos incumplimientos del PSOE son una losa de más de 300 millones de euros sobre Cantabria, que obligan a reducir prestaciones sociosanitarias y a subir impuestos regionales. Revilla no ha logrado que se empiece la autopista Dos Mares ni se agilice la autovía Aguilar-Burgos. Revilla no ha conseguido siquiera que se terminen la autovía-ronda de la Bahía de Santander ni la Autovía del Cantábrico entre Solares y Torrelavega.

En el Puerto, una vez concluidas obras impulsadas por el Partido Popular, no se ha vuelto a hacer nada importante, mientras otros puertos cantábricos competidores del nuestro recibían un maná de inversiones del Estado socialista. Incluso proyectos supuestamente innovadores, como el de enseñanza del español en Comillas, son siete años después un simple esbozo, habiendo reconocido incluso el nuevo responsable que cuando él llegó sólo había 'humo'. Casi nadie conoce el campus Comillas ni siquiera en España, y está casi todo por hacer.

Pero esta lentitud sería disculpable si al menos Revilla hubiese cumplido la promesa de construir 10 millones de metros cuadrados de suelo industrial. Es patético que sólo se haya hecho un pequeño polígono en Torrelavega, que aún está sin recepcionar por el Ayuntamiento y cuya ocupación es cercana al cero. La política industrial ha sido disparatada, con 45 millones de euros enterrados en la fallida fábrica del GFB, un dineral que se evaporó sin que Revilla se haya atrevido ni siquiera a forzar el cese de algún responsable de la chapuza. ¿Qué no habrían hecho muchas pymes de Cantabria si se les hubieran distribuido en ayudas a la innovación esos 45 millones?

Como no puede presumir de haber cumplido nada importante, y como preside una región con 44.000 parados, con una economía que retrocedió el 3,5% el año pasado y con una deuda pública que se está disparando hacia lo que antes del euro hubiéramos descrito como '150.000 millones de pesetas', el Presidente quiere alardear de estabilidad y cohesión de su gobierno. Y lo dice la persona que precisamente ha advertido en público que dentro de veinte días este Gobierno tan estable y tan sólido podría no existir. Sin comentarios.

El fracaso de Revilla como presidente es dramático para Cantabria, porque la debilita económica y políticamente en medio de una de las mayores crisis de los últimos decenios, y de la que nadie sabe cuándo vamos a salir realmente. El predicador de las políticas inversoras de Keynes ha sido él mismo incapaz de lograr las inversiones del Estado para Cantabria ni de gestionar bien las propias inversiones de la autonomía con sus recursos. El nivel de incumplimiento es tan enorme, que da hasta para una enciclopedia: el fallido Ecoparque Besaya y sus presuntas 4.000 viviendas sociales, la Ciudad del Cine, las tres Centrales Eléctricas de Ciclo Combinado en la comarca del Besaya, el desarrollo de la finca de La Remonta en Santander, la red de campos de golf y puertos deportivos que iban a revolucionar el turismo, el puente de Polanco a Suances sobre la ría de San Martín, el Museo de Prehistoria en Las Llamas.

Y todo es así: el deterioro de la sanidad cántabra es algo que está causando honda preocupación en los propios profesionales además de innumerables perjuicios a los usuarios; la educación está muy descontenta por el incumplimiento de los compromisos; los servicios sociales están temblando ante los recortes emprendidos por políticos incompetentes; las comunicaciones regionales cargan con la hipoteca financiera de dos grandes chapuzas como la ilegal variante de Comillas y la carretera de Puente Viesgo al valle de Buelna, ejemplos de obras públicas mal concebidas, mal ejecutadas, de presupuestos disparados y de futuro incierto.
De Revilla podemos decir que ha estado en todos los programas de televisión y en ninguno de los problemas de la región; en todas las romerías y en ninguna de las soluciones. No hemos tenido en siete años un presidente, sólo un presentador. Y el desgobierno socialista y regionalista de Cantabria ha llevado a nuestra comunidad a una depresión económica que nuestra tierra no se merece y que el Gobierno se empeña en no ver.

El Partido Popular cree que, por todo ello, el cambio democrático es posible y es necesario. Tenemos un líder joven, trabajador y lleno de ideas que poner en práctica. Ignacio Diego es el presidente que Cantabria necesita para salir del agujero negro donde un puñado de políticos irresponsables y demagogos han metido a esta comunidad. Cada día que pasa sin cambio de políticos y de políticas es otra piedra más en una mochila con la que Cantabria ya prácticamente no puede seguir adelante. Es una cuestión de salud pública ir cerrando el capítulo del fracaso y abrir una etapa de renovación y de ilusión para todos los cántabros. Y es el Partido Popular el que tiene el proyecto, las personas y las ideas apropiadas para dar a Cantabria un horizonte de trabajo y de optimismo.

El futuro está en la mayoría popular.

Publicado el El Diario Montañés el 04/07/2010