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La mala educación

Eduardo Van den Eynde, diputado regional y coordinador de Comunicación del Partido Popular


Desde que el Sr. Sota sustituyó al Consejero Del Olmo al frente de Industria, viene produciéndose un hecho en los plenos del Parlamento que define bastante bien el talante real de nuestro querido eterno candidato a alcalde de Santander.

Este señor ha cogido la costumbre de dirigirse de manera bastante desagradable e improcedente a los diputados populares cuando éstos cogen el camino de regreso desde la tribuna al escaño, una vez finalizada su intervención.

De hecho, en un principio cogió una costumbre aún peor: la de volverse desde su escaño hacia la retaguardia, -ocupada precisamente por Ignacio Diego, por nuestro portavoz, Quico Rodríguez, y por el que esto suscribe-, para mandarnos callar de forma airada, cuando intervenía su jefa y mentora, la Vicepresidenta Gorostiaga, en lo que sólo puedo interpretar como un exceso de celo "pelotilleril", olvidando que en el Parlamento quien tiene la potestad de llamar al orden y mandar callar a alguien, si procede, es el Presidente de la Cámara.

Hace tiempo que no se prodiga en estos menesteres de guardia de corps de su principal, por no decir única, valedora, la Señora Gosrostiaga (que tampoco es precisamente un ejemplo de educación y comportamiento a la altura del cargo, ya que tiene la insólita costumbre de hablar alto y en términos muchas veces molestos cuando alguien le canta las veinte en copas, desde la Tribuna).

En honor a la verdad debo decir que el comportamiento habitual en los escaños del gobierno es bien diferente, y más acorde con lo que se espera de quien ostenta este tipo de cargos institucionales. Pero lo preocupante es que lo malo se pega, y sería muy lamentable que este tipo de actitudes se extendieran.

Hasta el momento los principales afectados por este particular virus de la mala educación son los más próximos a Gorostiaga, curiosamente, Sota y Agudo. Lo que demuestra mi tesis del contagio, (o bien que son los que necesitan hacer de meritorios por la vía de la chulería y la destemplanza).

Como decía antes, Sota, últimamente, no se revuelve hacia el lado de retambufa, más que nada porque Diego ya le puso en su sitio en cierta ocasión con todo merecimiento. Las malas costumbres conviene cortarlas de raíz.

Así que ahora la novedad del Consejero eólico consiste en increpar al diputado saliente de la tribuna, aprovechando su proximidad al pasillo de retirada. Esto ya dio lugar a un episodio bastante desagradable con Ildefonso Calderón, y es posible que se repita, a nada que el increpado sea alguien con las malas pulgas suficientes. Por ejemplo yo mismo, y no soy el único que no está por la labor de aguantar desaires de caudillitos.

Llama la atención que Del Olmo, al que se suponía un carácter bastante "fuerte" por no decir otra cosa, tuviese un comportamiento irreprochable en estos menesteres.

Que Sota no está a la altura del cargo en lo que a sus competencias se refiere, para mucha gente es una certeza, (me temo que compartida incluso con sus más cercanos, ya que es el tercer descarte del PSOE a la hora de poner a alguien al frente de esa cartera). Pero lo que llama la atención y resulta especialmente molesto es que no esté a la altura en algo tan elemental como es el comportamiento exigible a un cargo público de tal relevancia.

 

Artículo de opinión publicado en www.claudioacebo.com

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