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Intervención de Ignacio Diego en el debate de la enmienda a la totalidad a los Presupuestos de Cantabria para 2010

El presidente del Partido Popular, Ignacio Diego, explica los motivos por los que se presenta la enmienda a la totalidad.

INTERVENCIÓN DE IGNACIO DIEGO

Presidente. Señorías:

El año pasado por estas fechas, debatíamos los que podemos considerar "los primeros presupuestos de Cantabria en el contexto de una gravísima crisis económica". Una crisis negada irresponsablemente, luego minimizada, y finalmente, por el peso de los acontecimientos, asumida aunque con matices. Nosotros somos quienes hemos demostrado que lamentablemente acertábamos, no por casualidad, sino porque decíamos la verdad.

Ojalá nos hubiéramos equivocado, pero al final los ciudadanos ya saben quién les miente y quién les dice la verdad. Hace ya un año, nuestro partido, ante el grave deterioro del contexto económico nacional y regional, les tendió la mano para alcanzar un pacto presupuestario. Pero ustedes dijeron que la oferta llegaba tarde, lo que no era cierto. Dijeron que la oferta no era sincera, pero no se dignaron a comprobarlo y, en el colmo del desvarío, hubo quien dijo que "pactar con la oposición es algo contra natura".

Los motivos que aconsejaban unos presupuestos de consenso ya en el pasado ejercicio, y no sólo se mantienen sino que se han incrementado. Por esta razón hemos reiterado nuestra voluntad de pacto y esta vez lo hicimos en el debate sobre el Estado de la Región (celebrado en junio). Nuestro mensaje fue la necesidad de alcanzar, de una vez por todas, la unidad de acción, para dotarnos de una política económica de consenso.

Y considero inconcebible que ustedes, que han despreciado la oferta de diálogo en un asunto de tanta trascendencia, que no se han dignado ni a sentarse a debatir nuestras propuestas, que no nos han recibido ni por cortesía y que han elaborado unos presupuestos sectarios, sin la menor voluntad de consenso, nos pidan ahora el apoyo incondicional.

Ustedes han despreciado no sólo ahora este ofrecimiento, sino otros anteriores que iban encaminados a encontrar el acuerdo en aspectos tan importantes como la sanidad, para reducir listas de espera, la ley de educación o la política energética; ustedes laminan sistemáticamente cualquier propuesta de nuestro partido, imponiendo la aritmética al diálogo (simplemente porque quieren excluir al Partido Popular de cualquier toma de decisiones).

Nosotros lamentamos tener un Presidente en Cantabria con un comportamiento partidista, incapaz de generar grandes consensos ante los grandes retos y que prefiere que las cosas vayan mal a reconocer que las aportaciones de nuestro partido son muchas veces convenientes y, en ocasiones como esta, absolutamente necesarias.

El Sr. Revilla al igual que su socio y amigo, el Sr. Zapatero, que tan a menudo prefiere ser el Presidente de media España, en vez de serlo de todos los españoles, usted prefiere ser el Presidente de su coalición de gobierno en vez del Presidente de todos los cántabros.

Yo sólo puedo decirle que se equivoca una vez más dejando que los socialistas, que son la minoría parlamentaria, gobiernen Cantabria. Porque Sr. Revilla, eso es lo que lleva ocurriendo desde que fue investido presidente y entregó a los socialistas las áreas esenciales de este gobierno (la sanidad, la educación, la industria) y muy especialmente una: la política económica, y sólo puedo decirle que así nos luce el pelo.

Aún están a tiempo de retirar este proyecto de presupuesto, que es un auténtico disparate y sustituirlo por otro, consensuado con el conjunto de las fuerzas parlamentarias. Eso es lo que haría un Presidente que aspira a dirigir a la sociedad de Cantabria en su conjunto, aunando esfuerzos y uniendo voluntades. Pero usted, Sr. Revilla, nunca ha aspirado a eso, me temo que ahora está a otras cosas que no son, precisamente, sacar a Cantabria de esta crisis.

Estos presupuestos que hoy debatimos, son los presupuestos que hundirán en la crisis a Cantabria por muchos años. Igual que el tiempo nos dio la razón en el diagnóstico de la situación económica, el tiempo, desgraciadamente, demostrará que esta política económica, es justo lo contrario de lo que se necesita y camina a contracorriente del resto de los países de nuestro entorno. De aquellos países que están saliendo ya de la crisis y que han frenado el aumento del paro.

Una de dos: o los principales gobiernos europeos yerran y son unos incompetentes, o yerran ustedes y los incompetentes, por tanto, son ustedes, porque adoptan medidas de política fiscal y económica que son justamente aquellas de las que los demás huyen. Dicho de otra forma, o los ministros de economía de los países que salen de la crisis no saben lo que hacen, o el que no sabe lo que hace es el Sr. Agudo y este gobierno.

Y como hay que tener mucha fe para pensar que nuestro Consejero de Economía es un visionario, y que el resto del mundo se equivoca. Estamos seguros, como lo están ya la mayoría de los cántabros, que quien se equivoca es Agudo y este gobierno. Estos presupuestos fijan una política económica con unas líneas maestras, que son un cóctel para hacer de la crisis un problema crónico en los próximos años:

- Lo primero que debemos denunciar es que se trata de unos presupuestos irreales. Unos presupuestos basados en previsiones de ingresos absolutamente falsas y cuya consecuencia inevitable es un desequilibrio en las cuentas públicas. Para que todo el mundo lo entienda, es como si una familia planifica sus gastos en función de unos ingresos imposibles de cumplir. Al final, lo que ocurre inevitablemente es que la familia se endeuda para muchos años o, simplemente, quiebra.

Si esto se hace por un error en las previsiones, las consecuencias son igual de graves, pero la responsabilidad es menor. Ahora bien, si se hace con pleno conocimiento de que tales ingresos no se pueden producir, es aún peor, porque es un comportamiento irresponsable y temerario. A ustedes les acuso precisamente de eso, de irresponsabilidad, porque ustedes saben, como lo sé yo, que los ingresos presupuestados en muchos de los conceptos son físicamente imposibles cumplir.

- En segundo lugar ustedes recurren a un incremento de la presión fiscal como estrategia para compensar el descenso de ingresos por la vía de la recaudación. Nuestro partido se opone a esta medida porque creemos que el aumento de ingresos de la administración debe conseguirse por la vía del crecimiento económico y el empleo, y no por la del incremento de los impuestos, cuyos efectos van a ser negativos en la capacidad inversora de las empresas, en la capacidad de gasto de las familias y en la competitividad del tejido empresarial en plena fase de recesión.
Un incremento de la presión fiscal, no siendo deseable, sólo puede justificarse, como último recurso, para garantizar las políticas sociales y el estado del bienestar. Pero no es su caso, ya que la presión fiscal aumenta y las políticas sociales disminuyen.

Un gobierno, antes de pedir más esfuerzo a los ciudadanos, tiene la obligación moral de plantear un sólido programa de austeridad, porque no se puede comprometer la competitividad de las empresas, ni la capacidad de gasto de las familias, haciendo caer sobre ellos el déficit recaudatorio, mientras la administración mantiene una política de gasto y unos costes que no sólo no disminuyen, sino que se incrementan. Es absolutamente improcedente que en este contexto, en los nuevos presupuestos que ustedes presentan (que bajan en términos globales un 1,5 %), el gasto corriente crezca un 3,19%.

Y aún peor es que el gasto corriente sufra este incremento mientras que las inversiones y transferencias de capital se reducen un 15%. Hay muchos datos que desenmascaran las verdaderas prioridades de este gobierno:

- Se incrementa nada menos que en un 64% en un año los gastos financieros, es decir, el pago de los intereses de la deuda.

- Y llama poderosamente la atención la reducción drástica de las inversiones, cuando es la vía que puede incentivar el crecimiento y el empleo.

- Ustedes gastan en lo que no se debe gastar y se ahorran en lo que debe ser prioritario.

Más impuestos, menos austeridad, más gasto corriente, menos inversiones y más deuda, es ese cóctel pernicioso del que hemos hablado, y es la vía más directa para prolongar la recesión en Cantabria y consolidarla como un mal endémico.

En un mundo con una economía globalizada estaremos todos de acuerdo que la única vía posible para el crecimiento es la mejora de la competitividad. Esa mejora de la competitividad necesita de la actuación en una serie de factores estratégicos: inversiones en comunicaciones, inversiones en I+D+I, modernización y mejora del conjunto de los subsistemas de la formación profesional con el fin de formar trabajadores adaptados a las nuevas necesidades del tejido productivo y, por supuesto, inversiones directas en los sectores productivos tradicionales.
Pero si por algo se ha caracterizado su labor de gobierno, es por el enorme fracaso de su política industrial.

Difícilmente se puede cambiar el modelo productivo, sin generar infraestructuras industriales y todos los cántabros saben que con su gestión la creación de suelo industrial lleva seis años bajo mínimos, difícilmente se cambiará apostando por proyectos educativos que poco tienen que ver con la mejora de la cualificación de nuestros jóvenes, difícilmente se conseguirá si no hay sin política energética, difícilmente se conseguirá con proyectos industriales estratégicos que nacen muertos como GFB.

Y mientras tanto, el resto de las regiones avanzan en sus infraestructuras estratégicas, como son los puertos y la alta velocidad, en tanto aquí, es patente el abandono del gobierno Zapatero.
Ahora mismo, en Cantabria no pueden ustedes repetir aquello de "más industria y menos ladrillo", porque el camino que llevamos, es el de quedarnos sin una cosa ni la otra. Tendrán ustedes que explicar cómo pretenden mejorar la competitividad o cambiar el sistema productivo a través de unos presupuestos que disminuyen, repito disminuyen, se reducen, precisamente en el gasto en I+D+I el -21%, en industria y energía un -11,4 % y en otras áreas de carácter económico el -26,2%.

La contradicción evidente entre su discurso y su política presupuestaria demuestra una absoluta falta de proyecto político. Por abandonar han abandonado hasta uno de nuestros sectores económicos estratégicos, el turismo, cuyo apoyo en estos presupuestos disminuye de forma muy notable. Su única apuesta actual es, de hecho, una apuesta absolutamente incierta, porque puede afectar muy negativamente a este sector económico del turismo, que es uno de los más intensivos en empleo, y me refiero a la apuesta desmedida, sin consenso y ambientalmente cuestionable, como es la implantación masiva de parques eólicos.

Y si hablamos de sectores abandonados, qué decir del sector primario. Ganaderos y pescadores que padecen retrasos de meses, incluso años, en el pago de ayudas y subvenciones, con innumerables compromisos incumplidos por este gobierno, con denegación de ayudas en momentos de especial necesidad, con una declaración de sector estratégico, que no es más que un eslogan o una etiqueta vacía de contenido económico.

Otro de los problemas de la situación regional, que tiene una marcada influencia en las cuentas públicas es la ausencia de compromisos del Estado con Cantabria.
Hechos gravísimos, como lo es la demora sistemática de la firma del Convenio para la financiación íntegra de Valdecilla por parte del Estado tienen una traducción inmediata: la financiación de este proyecto "calificado como proyecto de Estado" se está llevando a cabo con los recursos de la Comunidad Autónoma. Lo que no pone el Gobierno Zapatero lo tenemos que poner los cántabros.

100 millones de euros que el Gobierno de Zapatero no aporta y que nadie en este gobierno tiene ni el coraje, ni el peso político suficiente para reclamar. Igualmente vemos como la financiación del desarrollo de la Ley de Dependencia recae casi íntegramente en las arcas de Cantabria, pues de un gasto previsto de más de 100 millones de euros para el próximo año, sólo 25 millones, será financiado con cargo al Estado, cuando esto no era lo previsto en el propio desarrollo de la ley.

La aparente sintonía entre su gobierno y el gobierno socialista de España no tiene ninguna traducción efectiva para nuestra región. Muy al contrario, parece que la política de sumisión del Sr. Revilla está teniendo efectos sumamente contraproducentes, y hay innumerables ejemplos que lo demuestran. Uno de ellos, el blindaje del concierto vasco, peaje que ha pagado Zapatero para sacar adelante sus presupuestos y que compromete la competitividad de Cantabria. Otro ejemplo el reparto del Fondo de Compensación Interterritorial procedente del Estado, en el que Cantabria es la Comunidad que más ve reducida su participación, un 25,8% menos.

El Campus Comillas ve reducida su aportación y el Convenio, que se suponía contendría su financiación a diez años, se ha convertido, ante el asombro de ustedes mismos, en un convenio anual, o lo que es lo mismo, un compromiso perfectamente eludible por el Estado en cualquiera de los próximos ejercicios. Y ya lo ha advertido el Ministro de Educación, quién propuso directamente la supresión del convenio en razón a priorizar proyectos por la crisis.

La Autovía Dos Mares, después de cinco años, solo hay promesas. El Tren de Alta Velocidad. Lo saben todos los cántabros, lo tienen en obras en Galicia, Asturias y País Vasco con compromisos escritos del Ministro de Fomento que incluyen plazos y financiación y en Cantabria nada.

Puertos. Grandes inversiones en los puertos gallegos y asturianos, y Zapatero ni se acuerda de que en Santander hay un Puerto, ni Revilla se lo recuerda. El Santander - Mediterráneo de la mano de Zapatero y Revilla se convierte en el Bilbao - Mediterraneo, y los que dicen ser regionalistas, incluso hasta parecen contentos.

Nos promete la Vicepresidenta de Zapatero 200 millones de euros de Fondos de Cohesión para la Autovía del Agua hace 4 años y una vez más, si te he visto no me acuerdo.
Y del Convenio de financiación íntegra del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, llevamos lamentablemente el mismo camino.

Señorías, Cantabria, gracias a ustedes, va a tener de nuevo una política presupuestaria que no es la que necesita para salir de la crisis. Uno de los marcadores enormemente elocuente respecto de la situación que atraviesa la región es la evolución del mercado de trabajo. En apenas dos años, el deterioro del mercado de trabajo ha sido imparable, hasta llegar a los 38.802 parados inscritos del último mes de octubre. Esto supone un incremento de más de 22.000 personas en dos años.

Cantabria, en este sentido, ha sufrido uno de los mayores deterioros del mercado de trabajo de toda España y, con diferencia, el mayor de todas las regiones del entorno. Cabría esperar que ante este drama social, el presupuesto al menos, contuviera alguna medida de carácter extraordinario destinada a paliar la situación de los ya más de 16.000 desempleados que carecen de cobertura de ninguna naturaleza.

Cabría esperar un plan de estímulo del empleo o un incremento proporcional de las acciones públicas para la generación de empleo, pero no contienen nada de nada.
Demuestran con ello una falta absoluta de sensibilidad social y una incapacidad sorprendente a la hora de implementar medidas que pongan un cierto freno a la hemorragia del mercado de trabajo. Realmente su discurso social es de una hipocresía lamentable.

La política de incremento desmedido del gasto en la administración y en las empresa públicas, unido a la ausencia de inversiones estratégicas y sumado a la improvisación y a la apuesta en proyectos fallidos, son ahora un enorme lastre para nuestro crecimiento. En los años anteriores a la recesión se pudo y se debió haber acometido la tarea de mejora de la competitividad sin sacrificios.

Ahora tendrían que acometerla necesariamente, aun a costa de asumir una política de austeridad rigurosa, con el fin de destinar el máximo de los recursos hacia las inversiones estratégicas. Y esa es nuestra propuesta. Un acuerdo presupuestario que le permitiera al gobierno hacer lo que tiene que hacer con el apoyo de todas las fuerzas políticas. Gracias a ese acuerdo tendrían nuestro apoyo para asumir una política de austeridad rigurosa, sin el coste político que ustedes tanto temen.

Y nuestro apoyo para concentrar los recursos en las principales líneas estratégicas, conjugado con un mantenimiento del gasto social necesario para progresivamente no sólo mantener, sino incrementar la cohesión social. Ustedes, sin embargo, nos demuestran con estas cuentas que prefieren esperar a que escampe, entregados al despilfarro y en una total ausencia de proyecto y de liderazgo político.

Gracias Señor Presidente.

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