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Buruaga advierte de que el presupuesto de 2021 destila un conformismo aterrador que va a ser la ruina de miles de personas

La presidenta advierte de que el Gobierno responde a un trauma sanitario, económico y social sin precedentes con un presupuesto de la era Precovid y renuncia a recuperar Cantabria y a ayudar a resistir al tejido productivo

Denuncia que el Gobierno se ha dejado arrastrar por la estrategia socialista de exclusión del Partido Popular. “Que lo sepa toda Cantabria: no ha habido negociación real porque el Gobierno nunca ha querido”, afirma la presidenta

Defiende que es necesario aceptar la ventana de endeudamiento para inyectar en la economía 150 millones más para ayudar a los sectores económicos más dañados por la pandemia, incentivar el consumo y estimular la inversión privada 

“Lo que dice este presupuesto es que aquí manda Sánchez y las instituciones cántabras se quedan de comentaristas”


Intervención de María José Sáenz de Buruaga en el debate de la enmienda a la totalidad del Proyecto de Ley de Presupuestos Generales de Cantabria para 2022

25 de noviembre de 2020


Lamento tener que defender hoy desde esta tribuna una enmienda a la totalidad que hubiéramos querido no presentar, pero que ustedes no han hecho nada por evitar.

Primero, porque han tenido el cuajo de traer a esta Cámara el mismo presupuesto de siempre  con los remedios de siempre, como si en España y en Cantabria no estuviera pasando nada; como si el virus se hubiera esfumado definitivamente y no fueran conscientes de la magnitud de la recesión en una comunidad con más de 40.000 parados, que sufre una devastación empresarial alarmante y en la que la crisis social se agrava a pasos agigantados.

Increíble, pero cierto. Este Gobierno responde a un trauma sanitario, económico y social sin precedentes, con un presupuesto de la inercia, un presupuesto de la era precovid que antepone la administración a la región.

Y segundo, porque su actitud ha sido totalmente contraria a la leal reciprocidad, han dado ustedes un portazo a la alternativa del Partido Popular.

Ya sabemos que teniendo el Gobierno mayoría absoluta, la enmienda a la totalidad tiene una función más expresiva que práctica. En este caso, la de dar testimonio de la existencia de una alternativa real, necesaria y posible y una voluntad de diálogo, la del Partido Popular, que ha sido en todo momento sincera.

Hoy se atreven a acusarnos de fabricar excusas para rechazar sus cuentas cuando la realidad es que son ustedes, los socios de gobierno, quienes nos han apartado.

Nosotros hemos hecho todos los esfuerzos para propiciar un acuerdo. Socialistas y regionalistas no han hecho ninguno, se han quedado en el teatro del diálogo.

En las semanas previas a la aprobación del proyecto de ley ni información, ni negociación alguna, solo una reunión de propaganda en el minuto de descuento y sin el menor margen de maniobra.

Aun así y con el presupuesto ya aprobado, presentamos una propuesta abierta y modulable que ustedes ya habían desechado antes de analizar. Su respuesta ha sido un no a la totalidad. Se han dedicado a buscar tres pies al gato para desacreditarla sin hacer siquiera una contrapropuesta que permitiera entablar una negociación.

Tal y como advertimos que ocurriría, el Gobierno se ha dejado arrastrar por la estrategia socialista de exclusión del Partido Popular, por el cordón sanitario al Partido Popular, porque aquí solo hay un pacto de verdad: el pacto con Pedro Sánchez que viene hundiendo Cantabria desde 2018 y que en 2021 la hundirá otro poco más.

Están en su derecho de elegir esa opción, pero no de pedir que yo la aplauda. Yo no aplaudo ni la deriva de Cantabria hacia la izquierda, ni la política tóxica que les lleva a expulsar a media región de la negociación de este presupuesto, ni la hipocresía de un falso diálogo y, por eso, esta enmienda a la totalidad.

Pero, sobre todo, porque estamos en profundo desacuerdo con el conformismo que destila este presupuesto, un conformismo aterrador que va a ser la ruina y la angustia de miles de personas; la decepción de  una sociedad que reclama y merece otra respuesta distinta y mejor desde las cuentas públicas

La suya renuncia no sólo a recuperar Cantabria, sino a ayudar a resistir a nuestras familias y nuestras empresas, a esa Cantabria productiva que debe ser ahora la prioridad.

Este es el presupuesto de la Cantabria que se siente cómoda y mira para otro lado mientras la Cantabria real se ahoga porque su Gobierno le niega un salvavidas. 

Un presupuesto con el que ustedes, señores del Gobierno, están dimitiendo de sus obligaciones políticas con todos los cántabros y lo hacen en un momento en el que el presupuesto de la comunidad es, si no el único, el motor más potente que nos queda porque los demás instrumentos de los que disponemos están fallando.

Los proyectos del fondo europeo de recuperación siguen en el limbo de las ideas y, en cualquier caso, los recursos que consigamos captar no llegarán hasta muy avanzado el año próximo.

Y de los Presupuestos Generales del Estado ya hemos visto lo que podemos esperar: una batería de impuestos que, con su bendición, dificultarán la recuperación del sector privado y productivo; una caída de la inversión pública cuando más recursos hay y más se necesitan, y otro año en blanco para las infraestructuras de esta tierra.

Lo de 230 millones a tres años en la provincia de Palencia es la inocentada que este año se adelantó a noviembre.

¿Qué despensa de Cantabria va a llenar en 2021 una traviesa que coloquen en Amusco en 2024, Señores del Gobierno? Absolutamente ninguna. Cero euros y cero empleos nuevos. Eso es lo que dejará el año próximo el presupuesto de Sánchez en Cantabria.

Y precisamente por eso, este era el momento de echar el resto y poner a funcionar el motor de la autonomía. Francamente, creí que todos estábamos de acuerdo en ello, pero su presupuesto demuestra que me equivoqué y, lo que es es aún peor, que ustedes prefieren seguir de brazos caídos.

Nosotros defendemos un presupuesto expansivo a corto plazo. Lo hacemos sabiendo que eso supone un esfuerzo de gasto público, de déficit y un aumento temporal de la deuda porque es necesario, porque el salvavidas es necesario.

Y no somos los únicos. El Fondo Monetario Internacional –que no es ninguna institución sospechosa de herejía económica- insiste en su informe sobre España de 13 de noviembre en que la recuperación exige un fuerte repunte del consumo privado y un incremento sustancial de la inversión pública.

Según este organismo, un aumento de la inversión pública equivalente al 1% del PIB podría incrementar la riqueza en un 2.7%, la inversión privada en un 10% y el empleo en un 1.2%.

También la Unión Europea que, a diferencia de la austeridad total que impuso en 2010, ha suspendido todas las restricciones presupuestarias permitiendo que se gaste lo necesario para contrarrestar la recesión y sus consecuencias sociales.

En definitiva, todas los organismos internacionales coinciden en que este no es el momento de frenar el gasto público, sino de agilizarlo y expandirlo. Tampoco de que las empresas y las familias se endeuden para poder poder sobrevivir, razón por la que corresponde a la Administración tomar el relevo.

Todos de acuerdo, menos ustedes, que responden con unos presupuestos recesivos que  suponen un recorte real de posibilidades para los cántabros por su falta de ambición.

Sra. Consejera. No puede tomar a la gente por tonta y comparar este proyecto de ley con el que se aprobó aquí hace un año, porque todos sabemos que ese presupuesto de 2.886 millones se ha visto incrementado hasta los 3.077 como consecuencia de las aportaciones extraordinarias del Estado.

¿Y cuál es el nivel de gasto que nos propone su proyecto para el año que viene? 3.076 millones, lo que significa que, descontada la inflación y el capítulo de la deuda, este presupuesto ni siquiera consolida el incremento del gasto de 2020. Al contrario, estamos ante una contracción en términos reales.

¿Esa es la manera de contrarrestar una recesión de 10 puntos del PIB? Pues eso lo dirán ustedes, pero solo ustedes.

Nosotros tenemos una alternativa a este presupuesto que se queda muy corto. Proponemos aceptar la ventana de endeudamiento para inyectar 150 millones más, el equivalente a un 1.1% del PIB, en nuestra economía productiva.

Un incremento de gasto coyuntural para ayudar a los sectores económicos condenados al cierre forzoso y las restricciones de actividad derivadas de la pandemia; para incentivar el consumo de las familias, sostener la demanda y salvar a autónomos y microempresas; para estimular la inversión privada e impulsar decididamente la inversión pública que este Gobierno no ha dejado de recortar.

Las cifras de la ejecución presupuestaria no mienten: 226 millones en inversión dejaron ustedes sin ejecutar durante la pasada legislatura y, en en lo que va de año, cerca de 100, más de  la mitad de lo presupuestado.

Estamos hablando de una medida excepcional ante el derrumbe de la economía más brusco y profundo de la historia contemporánea, porque no se trata de emprender carreras hacia lo insostenible, sino de realizar un esfuerzo supremo cuando el desafío es supremo.

Se trata de hacerlo en una medida razonable, apurando el margen de la tasa de referencia del déficit del 2.2% con cargo a recursos propios, y nunca para aumentar el gasto corriente que no genera rentabilidad económica real y desemboca en más déficit estructural, sino para evitar la destrucción económica.

De eso estamos hablando, de aumentar las ayudas anticrisis y redirigirlas a nuevas inversiones y  de evitar que cuando queramos reaccionar, no haya nada que recuperar.

Cinco son las medidas que defendemos en esta dirección:

Una. Un plan de rescate dotado con 25 millones para autónomos y micro-pymes de los  sectores más dañados, que podrán llegar a recibir ayudas de hasta 6.000 euros. Comercio, cultura, el ocio y, sobre todo,  la hostelería, que no es causante de la pandemia, sino víctima.

Dos. Un plan para activar el consumo privado extendiendo a Cantabria un programa similar al que tanto éxito ha tenido en el Ayuntamiento de Santander.

Un programa al que se han agarrado ustedes para desechar nuestra propuesta, tachándola de inviable.

Se trata de inyectar 70 millones adicionales el año próximo en el comercio local, la hostelería y los servicios prestados por autónomos y micro empresas, al tiempo que  ayudamos a la clase media y trabajadora con un cheque familiar de entre 1.000 y 1.500 euros.

Un mínimo de 70 millones para quienes hubiéramos convenido y por el sistema que hubiéramos convenido si ustedes nos hubieran dado la oportunidad de convenir algo, pero no lo han hecho.

Tres. Un programa para incrementar y acelerar la inversión por importe de 70 millones.

50 millones para elevar la inversión en obra pública e infraestructuras pendientes, sabiendo como sabemos que cada millón invertido genera 13 puestos de trabajo directos, y otros 20 millones  para  estimular la inversión privada aumentando las inyecciones a nuestro tejido empresarial.

Cuatro. Medidas para dotar de mayor liquidez a nuestras empresas inyectando 10 millones más al ICAF para la concesión de préstamos bancarios rápidos avalados al 100% por el Gobierno y a devolver en 10 años y  5 millones a Sogarca  para  bonificar al 100% tanto el tipo de interés como el coste de la comisión de los avales concedidos por dicha sociedad.

Cinco. Un programa de ayudas al empleo para evitar que los empleos afectados por ERTEs, más de 3.500 al cierre de octubre, acaben en EREs de extinción, así como para incentivar la contratación de parados mayores de 44 años, más de 20.000 y en su mayoría de larga duración, a través de un plan de recualificación profesional dentro de la empresa que hoy no tenemos.  Quince millones de euros más para crear y salvar empleo no es dinero.

En total, 200 millones para ayudar a nuestro tejido empresarial a llegar con vida a 2022 y, a partir de ahí, poder encauzar la recuperación.

Esa es la alternativa sensata que hemos puesto a su disposición y queríamos negociar, pero ustedes no nos han dado opción.

Han preferido no complicarse la vida y continuar cómodamente instalados en su mayoría absoluta y al cántabro que el año próximo no le vaya bien, que coja la carretera del Escudo y se vaya a otra parte a buscarse los garbanzos, porque esto es lo que significará este presupuesto para miles de cántabros. Por eso no podemos apoyarlo.

Sé que no faltará quien diga: “Hombre, mira el Partido Popular, que antes ajustaba el presupuesto y ahora quiere expandirlo”. De hecho, a algún perezoso mental ya se lo he escuchado decir estos días.

Seamos serios. No podemos desconocer que vivimos en la Unión Europea y compartimos moneda con los principales países de esa Unión.

En  2010, el problema eran las quiebras bancarias y la posible ruptura de la zona euro, pero la crisis actual no es de la banca ni del euro.

Esta no es una crisis de una burbuja de crédito público o privado, sino de una caída brutal de la demanda a consecuencia de una catástrofe sanitaria.

Y por eso necesita una terapia distinta, una terapia de choque basada en pisar el acelerador del dinero público, una filosofía que su presupuesto no tiene.

Finalmente, tenemos que dar con esta enmienda un tercer testimonio de discrepancia total con la distribución interna del gasto. 

Discrepancia ante unos servicios públicos esenciales infrapresupuestados que,  para alcanzar el equilibrio, se acaban comiendo la inversión pública y empresarial.

Discrepancia con un presupuesto que destina a políticas productivas como la industria e innovación menos del 3% del total, mientras año tras año engorda el gasto en alta dirección, que es hoy un 15% más que en 2016;  los costes de personal y las pérdidas en el sector público empresarial y fundacional y la estructura clientelar, la ETT del Sr.  Zuloaga.

Los únicos que salen ganando con este presupuesto son nuestros acreedores, a los que este año se les va a abonar 47 millones más, y la nómina en la que nos vamos a gastar 67 millones más.

Y discrepancia muy en particular con el tratamiento que recibe en este presupuesto nuestro servicio público de salud. 

Los datos de ejecución a 31 de octubre indican que su presupuesto para 2021 es, como mínimo, un 10% inferior al gasto real de este año, una irresponsabilidad que también hemos tratado de remediar con nuestra propuesta.

Una propuesta para fortalecer nuestro sistema público de salud y recuperar la actividad asistencial con financiación suficiente y un presupuesto que inyecte a nuestro sistema sanitario público al menos 50 millones más.

Con pacto profesional y un plan de ordenación de recursos humanos que nos permita avanzar en el reconocimiento y mejora de las condiciones de trabajo de nuestros profesionales, y con planes ciertos dirigidos tanto a mejorar una atención primaria falta de recursos y de organización, como a recuperar la asistencia no Covid que es, sin duda, la gran sacrificada de esta crisis. Nada de esto lo encontrarán en su presupuesto.

Incapaces de atender el presente y sin visión de futuro han dicho ustedes no a un plan de adaptación educativa para evitar que los alumnos de Cantabria pierdan casi dos años en su currículo académico a consecuencia de esta crisis.

No a un plan de reorientación de la formación profesional que apueste por una verdadera FP dual en conexión con la empresa y por impulsar nuevas titulaciones vinculadas al tejido productivo y a las nuevas prioridades como la economía verde o digital.

Ya lo sé. Son todos ustedes muy sociales, pero no han querido ni oír hablar de la necesidad de garantizar la viabilidad económica y la calidad asistencial de un sistema de atención a la dependencia que está sufriendo lo indecible y se ha demostrado vital.

No a una nueva normativa de acreditación consensuada con el sector y no a aumentar en 15 millones la financiación para las estancias de personas mayores, dependientes y con discapacidad.

No a fortalecer en la medida necesaria los servicios sociales de atención primaria y no a un verdadero Plan de conciliación de la vida laboral y familiar dotado con 3 millones de euros. ¿De verdad era tanto pedir?

No a todo. No a una propuesta de 100 millones para salvaguardar nuestra sociedad de bienestar, porque son ustedes los del no es no.

No a un paquete de medidas por 300 millones de euros financiados con cargo a un punto adicional de déficit y a la reestructuración interna de un presupuesto  que tiene un margen de eficiencia en el gasto mucho mayor.

Una vez que han decidido aplicar el rodillo parlamentario, el debate no es si este presupuesto se tramita o se devuelve.

Lo que estamos debatiendo hoy es en qué manos está Cantabria, sometida por decisión de los regionalistas al Gobierno de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias.

Este proyecto presupuestario demuestra dos cosas muy importantes.

La primera, que en la hacienda de Cantabria quien manda es la Ministra de Hacienda del Partido Socialista.

Y la segunda, que en la sanidad de Cantabria quien manda es el Ministro de Sanidad del Partido Socialista.

Por mucho que se nos llene la boca con la autonomía de Cantabria, la cruda verdad es que jamás hemos sido menos autónomos que en estos momentos.

Y no lo somos porque el grupo regionalista, que en realidad funciona como una extensión del Partido Socialista, no lo quiere. Fíjense qué paradoja.

Todo lo que criticamos en este presupuesto, que no se haya querido consensuar con el primer partido de la oposición, que no sea expansivo como Cantabria necesita y que sea más falso que un euro de cartón en la distribución del gasto, viene de una misma fuente, que es el resultado de permitir que quien verdaderamente gobierna Cantabria es el Partido Socialista de Pedro Sánchez. 

Y esa es su gravísima responsabilidad Sr. Revilla, porque es usted quien ha decidido, en vez de ejercer la autonomía de Cantabria en defensa de los cántabros, ponerse al servicio del Partido Socialista y tratar de vender a bombo y platillo cualquier migaja que se les caiga a los demás de la mesa de la Moncloa.

Es posible que en 2022 empiecen a manar los fondos europeos. Ojalá, ya veremos cuantos, pero 2021 era el momento de esta autonomía, el momento de demostrar su capacidad para sostener a la región en el contexto más crítico en cien años. 

Y este presupuesto lo que dice es que no se quiere demostrar. Lo que dice es que aquí manda Sánchez y las instituciones cántabras se quedan de comentaristas.

Es verdad que no siempre se logra lo que uno pretende, pero de eso a arriar la bandera de Cantabria va un océano que nosotros no pensamos cruzar.

Por lo tanto, ante su inexistente voluntad de diálogo con este grupo que se ha mostrado constructivo y leal; ante su inexistente voluntad de aplicar la política expansiva para ayudar a resistir a los trabajadores y las empresas de nuestra tierra; ante su inexistente voluntad de hacer un presupuesto real y sin ficción, nos vemos en la obligación de defender esta enmienda a la totalidad a un presupuesto que nos hubiera gustado negociar, apoyar y ayudar a ejecutar.

No se nos ha dejado. 

Que lo sepa toda Cantabria: No ha habido negociación real porque el Gobierno nunca la ha querido. Tan sólo ha estado fingiendo y, por cierto, cada vez peor.

Esta enmienda que no puede triunfar en la aritmética parlamentaria, tiene que servir para mostrar que hay alternativa en Cantabria.

Así que hoy y más adelante, en el trámite de enmiendas parciales, el principal objetivo de nuestras propuestas seguirá siendo el de construir, mostrando una y otra vez que las cosas pueden hacerse mucho mejor.


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