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Intervención de clausura del presidente del Partido Popular de Cantabria, Ignacio Diego, en el 10 Congreso Regional

04, octubre. '08.- Lo primero que quiero hacer al iniciar esta primera intervención de esta nueva etapa es expresar mi agradecimiento a quienes han decidido honrarme con su apoyo.

Ser depositario de vuestra mayoritaria confianza es un orgullo que difícilmente puede describirse con palabras.

Pero sobre todo es una enorme responsabilidad.

Yo puedo prometer una cosa, y lo hago sabiendo que en esto nunca faltaré a mi palabra. Y vosotros sé que no vais a dudar de lo que os digo, porque me conocéis. Todo mi tiempo, todo mi esfuerzo lo dedicaré a tratar de llevar a nuestro partido hasta el lugar que conviene a los ciudadanos de Cantabria, que es al gobierno.

Y a quienes no me habéis dado vuestro apoyo sólo puedo deciros que trabajaré pensando especialmente en vosotros, en recuperar vuestra confianza, en no defraudaros, porque vuestra discrepancia es legítima y me dice que hay que trabajar para mejorar, siempre con el objetivo de superación, jamás con complacencia.

Por eso y porque sé que todos, los que me apoyan y los que no, el 100%, coincidimos en algo esencial: el amor a Cantabria y la defensa de nuestros principios, nuestros ideales, nuestros anhelos de una sociedad mejor para todos.

Estaremos todos unidos, porque la labor es demasiado importante y en este partido cabe la discrepancia, porque la discrepancia es constructiva y la crítica es el motor que impulsa la superación

Querido amigos, los tiempos están cambiando.

Estamos preparados para asumir de nuevo las responsabilidades de gobierno.

Hoy debemos cerrar una etapa y comenzar una nueva, con nuevos horizontes y con nuevas metas.

Ha sido enormemente gratificante llegar hasta aquí con todos vosotros. Han sido cuatro años de duro trabajo en circunstancias adversas, pero hemos cumplidos los objetivos.

Todos juntos hemos superado con sobresaliente éxito esa transición y hoy estamos más fuertes que nunca. No hemos tenido que reinventar nada, porque nuestros principios son sólidos, nuestras ideas claras y nuestro pulso firme.

Hemos reforzado y renovado los cimientos de este gran partido. Lo hemos hecho con serenidad y con inteligencia. Quienes pensaron que apartándonos del gobierno nos desmoronarían, una vez más se han equivocado. Hoy estamos más preparados que nunca para la tarea de gobierno.

Quizás quienes pensaban así, no contaban con que a nosotros lo que nos une no es el poder, lo que nos une es una visión clara de la sociedad que queremos para nosotros y para nuestros hijos.

Hay otros que, estando en el gobierno, tienen su edificio apuntalado con cargos y prebendas, y aún así en amenaza de ruina permanente. No es nuestro caso, desde luego.

Cantabria aquí nos tiene, con toda la ilusión del mundo, con las ideas muy claras, y dispuestos a afrontar los retos del futuro, que son muchos.

En política los atajos son malos caminos, y yo prefiero caminar por el camino recto.

Para algunos todo vale por estar en el poder, porque el poder para ellos es el objetivo. Para nosotros no. Porque para nosotros el objetivo es construir una sociedad mejor, y si para alcanzar el poder nos quieren hacer renunciar a nuestros principios, no nos interesa.

Yo creo en el poder de las ideas, en la integridad de los proyectos y en la transparencia de las ambiciones.

Hoy comenzamos una nueva etapa que tiene un claro objetivo: obtener de los ciudadanos el respaldo mayoritario a nuestro proyecto, para así, desde el gobierno, ser los promotores esenciales de un nuevo impulso para nuestra región.

Se ha perdido una gran oportunidad, porque este gobierno ha desperdiciado un ciclo económico excepcional y la historia dice que seremos nosotros quienes tengamos que recuperar la senda del progreso, con las circunstancias más adversas.

Pero no nos vamos a quejar, porque si esa es la labor que nos reservan los ciudadanos, la haremos con enorme entusiasmo y orgullo.

Veo a estas alturas a muchos políticos de otros partidos haciendo cuentas. Hablan de pactos, de no pactos, de resultados, arriba, abajo...

Yo no creo en esa política. No hay más cuentas que hacer, ni sirven de nada las cábalas. Nosotros tenemos un ideario, un modelo, un proyecto político de progreso y de modernidad.

Y a partir de ahí, nuestra labor es sencilla: mostrarlo y convencer. Sin trampa ni cartón, sin atajos, como he dicho, con la verdad por delante y la mano tendida a quien se quiera sumar a este proyecto.

Si a este proyecto se quieren sumar otros, serán bienvenidos. Seremos generosos y flexibles. Si hay voluntad alcanzaremos acuerdos, como siempre.

Y eso no es nuevo, porque a estas alturas no es necesario recordarle a nadie que fuimos nosotros los que tendimos la mano y fueron otros los que prefirieron excluirnos.

Aun siendo la mayoría, aun llevando la representación de la inmensa mayoría de los ciudadanos de Cantabria, han procurado excluirnos.

Pero nuestra vocación es justo la contraria, o ¿acaso no gobernamos en muchos ayuntamientos en base a acuerdos con esas y aun con otras formaciones políticas?

¿O es que nadie recuerda que hemos gobernado muchos años en Cantabria precisamente mediante el dialogo y los acuerdos?

La disposición sigue siendo la misma, incluso sea cual sea el resultado electoral, pero siempre bajo la premisa del respeto a un proyecto, el respeto a la voluntad del electorado, y el respeto a una serie de valores que nos son propios y que compartimos con una gran mayoría de ciudadanos, a los que debemos precisamente eso: respeto a su voluntad y respeto a un modelo de sociedad que es precisamente el que nos une.

Otra forma de gobernar es posible. Los cántabros llevan ya dos citas electorales dándonos esa mayoría para ganar, pero no la mayoría suficiente para gobernar.

Nuestra labor ahora es muy diferente: tenemos que recuperar la confianza de muchos de aquellos que en un determinado momento pensaron que un cambio podía ser bueno, pero que hoy se sienten profundamente defraudados por el resultado de aquel cambio.

Son muchos los ciudadanos, hombres y mujeres de Cantabria, que no están satisfechos con estos años de gobierno socialista-regionalista.

Son muchos los que están decepcionados por la forma en que el actual gobierno ha dilapidado los mejores años de nuestra economía, y aun más, los que están preocupados por la incapacidad de ese gobierno para afrontar una situación cada vez más complicada.

Son muchísimos los que ahora ya saben lo que se puede esperar de una economía regional en manos de un personaje como Agudo, ocupado exclusivamente en urdir tramas de empresas opacas y sin objetivos ni contenido real.

Y muchos también, los que están hartos de padecer una sanidad cada vez más deteriorada tras el paso de los nefastos consejeros socialistas de este gobierno caótico.

Es un clamor entre empresarios y trabajadores que la industria, que es el motor de la región, no puede estar en las manos de personajes como Pesquera o Del Olmo, que cabalgan entre el desquicie y el juzgado.

Esto es lo que ha traído el socialismo a nuestra región y ese es el precio que ha tenido para todos nosotros la ambición personal de Revilla.

Hay que decirlo alto y claro, porque es lo que pensamos, porque hay que decir las cosas como son, porque los ciudadanos saben cuándo se dice la verdad y quién dice la verdad.

La herencia de este gobierno será muy pobre y aun no hemos visto lo peor, porque lo peor está por llegar.

Hemos perdido cualquier atisbo de interlocución reivindicativa y responsable ante el gobierno de la Nación. Estamos presos de un pacto, que nos está llevando al furgón de cola en infraestructuras y en inversiones.

Es triste reconocerlo, pero hemos pasado de tener una voz propia en una España con voz fuerte en el mundo, a no ser nadie dentro de una España que no pinta nada, que no es ni siquiera invitada cuando los mandatarios europeos se reúnen para trazar una estrategia global contra la crisis.

La gente esto lo sabe, sabe lo que da de sí este gobierno y sabe hasta qué punto Revilla es responsable de haber puesto en manos de personajes tan nefastos del socialismo, las principales áreas del gobierno regional.

Pero ya hay vientos de cambio, se siente la necesidad de un cambio. Las cosas no pueden seguir así mucho tiempo, porque han ido mal con el viento a favor, y ahora, con el viento en contra, serán mucho peores.

Sé que dirán que somos catastrofistas o antipatriotas por decir la verdad sin contemplaciones. Hace meses tampoco había crisis, ni había de qué preocuparse, y mirad la que está cayendo.

Es posible gobernar Cantabria de otra forma, es imprescindible hacerlo de otra forma.

Hay que recuperar la austeridad, el control y la transparencia. No es posible seguir tolerando que unos pocos hagan de la administración un coto privado donde amparar sus negocios y los de sus amigos.

El otro día Agudo nos deleitaba con una metáfora que está de moda entre estos progres de diseño. Dice que quiere construir una sociedad con escaleras y redes, escaleras para mejorar y redes para protegernos de las caídas. Pero lo cierto es que están construyendo una sociedad con escaleras, para subirse ellos y sus amigos, y redes en las que atrapar a la mayoría.

La gente está harta ya de demagogias y consignas aparentemente progresistas detrás de las que no hay nada, absolutamente nada.

Tenemos la obligación de contribuir a que Cantabria tenga un gobierno sensato, con objetivos claros, con visión estratégica.

Un gobierno que recupere el camino hacia la modernidad, que apueste con firmeza, seriedad y transparencia por nuestro crecimiento industrial y por nuestro desarrollo económico.

Tenemos que trabajar para que Cantabria sea gobernada por quienes creemos que la política social no son discursos, ni revistas llenas de fotos de políticos y políticas, sino hechos; recursos para atender a la gente que lo necesita.

Estamos hartos de la demagogia progre de la política social. ¿Qué política social?, ¿dónde está esa política social?, ¿en las colas del paro, cada vez más abultadas?, ¿en las listas de espera de los ambulatorios y los hospitales?, ¿en las personas dependientes a las que está frustrando sus expectativas?, ¿en la ausencia de viviendas protegidas para los jóvenes?, ¿en la falta de incentivos para las familias? ¿dónde están las políticas sociales de este gobierno?

Vale ya de palabras huecas, vale ya de engaños y de falsas apariencias. La única política social de estos socialistas son sus empresas públicas, sus despilfarros y sus visas oro.

Nosotros eso ya lo sabíamos. Les hemos visto gobernar otras veces y siempre se repite la misma historia.

Son malos gobernantes y una y otra vez nos toca arreglar lo que ellos dejan como eriales. Lo viví yo mismo en Astillero -hoy nadie recuerda cómo era el Astillero que encontré a principios de los noventa-. Lo hemos vivido en España, ¡Qué España dejaron los gobiernos de Felipe González!. Tres millones de parados y una crisis galopante, con un tal Solbes mostrando, ya entonces, sus- "habilidades".

¿Cómo es posible que los regionalistas, que han conocido otra forma muy diferente de gobernar cuando lo hicieron con nosotros, consientan esto?, ¿cómo es posible que Miguel Ángel Revilla esté amparando estas conductas? ¿Todo esto por un simple cargo? ¿Todo por aparentar que es presidente?

La gente todo esto lo sabe, más allá de populismos y apariciones mediáticas, la gente empieza a estar harta de cómo hace las cosas este gobierno, y de los personajes que anidan en las consejerías.

Ante eso nosotros tenemos que hacer llegar a la gente que ofrecemos un modelo distinto, una actitud distinta, una disposición radicalmente distinta.

Nuestros ayuntamientos son modelos diferentes, en los que los ciudadanos deben percibir que otra forma de hacer las cosas es posible.

Nuestra labor de oposición debe seguir mostrando que hay una alternativa real, honesta y eficaz. No debemos parar ni un segundo en este empeño.

Contra las consignas, las etiquetas y los slogans nosotros tenemos que mostrar los hechos, frente a la demagogia tenemos que mostrar la verdadera gestión, contra el talante radical de esta izquierda desquiciada y sectaria, tenemos que mostrar el ánimo sereno y plural que siempre nos ha acompañado.

Hoy empieza una etapa nueva, me ofrecisteis un primer mandato para reforzar los cimientos de esta gran fuerza política en un momento delicado.

Era esencial mantener y aun reforzar la unidad para seguir creciendo juntos, afrontar la renovación ordenada y serena. Todo eso está ya hecho.

En un momento difícil, había que mantener nuestro pulso electoral. Había que conservar y aun aumentar nuestra presencia municipal, había que seguir mostrando en esta ciudad magnífica que es Santander la pujanza de nuestro modelo. Eso está todo hecho.

Y todo eso está hecho gracias a vosotros y a vuestro esfuerzo, que en muchos casos ha sido un esfuerzo titánico. Pero ahí están los resultados.

Ahora os pido un nuevo esfuerzo, aun mayor, y yo ya estoy preparado desde ahora mismo, sin demora, a ser el primero en el empeño.

Tenemos un modelo claro para España y para Cantabria, tenemos las ideas, los proyectos, los equipos y las manos tendidas para alcanzar acuerdos responsables.

Tenemos también la humildad necesaria para aprender de los errores.

Lo que no tenemos ni queremos es vendas para ponernos en los ojos, ni bozales con los que taparnos la boca. Vamos a seguir ejerciendo nuestra labor de oposición con todo el rigor que nos exige nuestra responsabilidad.

No hacerlo, intentar contentar a alguien con nuestro silencio sería traicionar el mandato constitucional, y eso no pasa por mi cabeza ni debe pasar por la de ninguno de vosotros.

Hoy y por poco tiempo somos oposición, y donde somos oposición ejerceremos el control con seriedad y con eficacia. Y somos alternativa y trataremos de enriquecer la labor del gobierno con más y mejores propuestas, porque sabemos y porque podemos.

Tenemos las ideas y tenemos las personas, buscaremos los consensos y abriremos las puertas a los acuerdos siempre que el interés general lo aconseje.

Lo hemos hecho, lo llevamos haciendo mucho tiempo, y no somos precisamente nosotros quienes ponemos trabas a los acuerdos.

La situación actual es muy seria, hace apenas dos días hemos visto el tremendo incremento del paro en nuestra región, y así ya van muchos meses.

El último año está dando un saldo tremendo y no podemos permanecer impasibles. Hay muchas empresas en una situación de incertidumbre, la confianza de los ciudadanos está bajo mínimos.

Y esta misma semana hemos conocido el Presupuesto General del Estado de Zapatero. Una vez más con sus graves omisiones, ofende a Cantabria y le niega lo que la mayoría de los cántabros entendemos como nuestros derechos. Una vez más este presupuesto rompe el principio constitucional que proclama la igualdad entre todos los españoles y la solidaridad entre los territorios, derechos irrenunciables.

Sinceramente lamento escuchar al portavoz del PRC que está satisfecho, porque no es posible, porque no puede estarlo.

No hay disculpas, ha llegado la hora de la verdad. Revilla y su partido tienen que darse cuenta que Cantabria necesita fuerza para negociar.

Y yo le digo desde aquí al Sr. Revilla que si necesita fuerza para reivindicar a Zapatero, para que Cantabria no quede una vez más en el olvido, aquí está el Partido Popular.

Si necesita dar un golpe en la mesa y reconducir la situación, aquí está el Partido Popular.

No seré yo quien anteponga intereses ni afinidades a las necesidades de Cantabria. Muy al contrario, por el interés de Cantabria estoy dispuesto a no pocos sacrificios.

Los socialistas, que tanto mal están haciendo, que tan mal nos están tratando, deben saber que son prescindibles, y deben saber que Cantabria no es una aldea remota que se conforma con cuatro palmaditas.

El gobierno regional tiene brindado mi apoyo para que la voz de Cantabria se escuche alta y clara en la Moncloa. Se acabaron las hipotecas, se acabaron las migajas.

Vaya usted, Sr. Revilla a Madrid. Vaya como quiera y lleve lo que le apetezca, pero sobre todo lleve un mensaje: señores socialistas, señor Zapatero, las cosas desde hoy mismo van a cambiar porque pueden cambiar y Cantabria no se merece el trato que ustedes le están dando.

Cantabria no puede ser una región devaluada porque la gobierna un socialismo devaluado ante los de fuera y ante los de su propia casa.

Cantabria no puede seguir siendo el último reducto de los fracasados, porque así ni tiene fuerza, ni tiene pulso, ni recibe lo que necesita, ni tiene voz para exigirlo.
Cantabria está cansada de recibir sus desplantes y está en situación de dejarles plantados a ustedes porque no nos han aportado nada y lo poco que han aportado son malos hábitos, incompetencia y la mediocridad más absoluta.
Nosotros estamos dispuestos a un acto de generosidad que Cantabria exige en este momento difícil, estamos dispuestos a consolidar acuerdos que la devuelvan una voz fuerte, sin ataduras ni entregas, sin hipotecas ni pleitesías.
Pero que nadie espere cheques en blanco, ni cuente con nosotros para pervertir una vez más los resultados de las urnas. Esos experimentos ya sabemos qué malas consecuencias han traído para otros.
Nuestra mano está tendida. Que sepa toda Cantabria que ahora son otros quienes deben demostrar, con idéntica generosidad, si lo que ponen por delante son sus propias ambiciones o las legítimas ambiciones de todo un pueblo.
Amigos, los tiempos están cambiando, lo dije al comenzar mi intervención, y tened la certeza de que es así.

Quiero que desde hoy, desde este preciso instante, todos juntos trabajaremos para traer a Cantabria ese cambio necesario, ese cambio que recupere la normalidad, ese cambio que traiga para Cantabria una voz firme en España, ese cambio que nos permita recuperar la senda del progreso para nosotros y para nuestros hijos.

Desde ahora mismo, cada uno desde su responsabilidad, todos juntos, empecemos a trabajar para que ese cambio, que es posible, que es necesario, sea una realidad muy pronto.

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